Noticias 2017, Colombia

A la fortaleza de San Felipe… en Chiva

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Hoy los tahínos se han levantado para comenzar el día con un recorrido por Cartagena en chiva. La chiva es un autobús abierto por los lados, de colores llamativos y con capacidad para 40 personas aproximadamente. Tradicionalmente se utilizaban para transportar personas y animales entre pueblos cercanos, entre los que se incluían los chivos, de ahí el nombre. A día de hoy son el medio de transporte de mayor importancia turística. 
  
El recorrido de aproximadamente dos horas nos ha llevado por diferentes lugares de interés de Cartagena. Como la zona de Bocagrande, la Matuna, el puerto de Cartagena o los baluartes repartidos por los 11,85 kilómetros de muralla que rodean la ciudad. Las murallas se construyeron en el siglo XVI para defender la importancia estratégica de la ciudad como un punto clave para el movimiento de mercancías como esmeraldas, metales preciosos y especias. 
 
Hacemos una parada en la estatua de los zapatos viejos a los pies de la Gran Fortaleza de San Felipe. La estatua es un homenaje a uno de los más grandes poetas de la ciudad, Luis Carlos López, él dijo que "acostumbrarse a Cartagena era igual que acostumbrarse a llevar unos zapatos viejos, ay Cartagena te quiero más que a mis zapatos viejos". Allí nos rodean multitud de vendedores ambulantes llegando incluso a obstaculizar el camino. 
 
Continuamos la visita en la Gran Fortaleza de San Felipe, se construyó durante el reinado de Felipe IV. A sus puertas encontramos la estatua de Don Blas de Legio, español defensor de la fortaleza y que acabó con el ejército inglés estando tuerto, cojo y manco. Nuestro guía, Marco, nos enseña la fortaleza, deteniéndose para explicar las estrategias que se utilizaron para defenderla, su arquitectura defensiva y cómo se desarrolló el asedio a Cartagena por parte del ejercito inglés. Abandonamos la fortaleza atravesando los oscuros túneles y pasadizos para regresar a la chiva. 
 
De regreso al hotel amenizamos el viaje con música y bailes. Tuvimos el gusto de poder observar la Bóveda de Santa Clara y el lugar donde García Márquez encontró la inspiración para escribir El amor en los tiempos del cólera.