Noticias 2008, Perú

¿Cómo se presenta en la práctica el turismo responsable?

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En nuestro sexto día de ruta visitamos la isla de Taquile. Con una población de alrededor de 1700 habitantes, esta es uno de los últimos reductos donde se puede observar una población indígena que vive sus tradiciones y costumbres casi de la misma manera en que lo hacían cientos de años atrás, incluso antes de la colonización europea. Observar directamente las costumbres de los pobladores y pernoctar con ellos suponía  el contacto más directo que tendríamos con una población autóctona.

Una mezcla de recelo, timidez y curiosidad se funde en las miradas que nos siguen, sobre todo en la de los niños, algunos de los cuales nos saludan a una orden de sus padres. Almorzamos muy bien, y ya con el apetito saciado los guías nos dan una charla con información de la isla. Aquí llegó la primera sorpresa: Taquile  recibe alrededor del 80% de los turistas que llegan a Puno, convirtiéndose ésta  en la principal actividad económica en los meses de agosto y setiembre (el verano europeo).  Unos cuantos datos más y llegó el turno a la presentación de las danzas folclóricas: rostros con sonrisas nerviosas propias de una actuación, de una puesta en escena, de una performance descontextualizada.

La expedición Tahina-Can, como todo en la vida, tiene puntos fuertes y puntos débiles; hoy, voy a hablar del punto más débil: las cosas que se nos pueden pasar por alto ante la novedad de la experiencia. El dossier habla de un acercamiento al periodismo de Kapuscinsky, y las intenciones están, pero en cuanto a métodos, no nos es factible; para nada.

Llegamos a la isla con la idea de un intercambio cultural: poniéndolo crudamente nosotros aprenderíamos de una cultura ancestral y a cambio, ellos recibirían donaciones escolares.  Más allá de los diversos intereses antropológicos o sociológicos que tengamos nosotros, para los lugareños somos turistas, y mientras tengamos cámaras, grabadoras, y comentarios de turistas, pues lo seremos. Setenta personas con otras características físicas, otra vestimenta y otro idioma –la lengua natural de la isla es el quechua- no pueden ser sino turistas, somos setenta “otros”, y, vayámoslo aceptando, el turismo responsable es un asunto muy delicado y que ha de ser tomado con pinzas; por el momento, para los isleños somos gente que compra su tiempo y que paga –deja dinero en la comunidad- por ver cosas exóticas.

No voy a dar cátedra sobre trabajo de campo, porque no soy ningún experto, y experiencia casi no tengo, pero sí me parece válido preguntar hasta qué punto lo que hemos visto en estos días es real y no un show preparado que, es cierto, muestra características representativas de su cultura, pero detrás del cual se pueden esconder otras cosas.

Taquile recibió en el año 2005 el reconocimiento de ser una comunidad de expertos tejedores y textiles de parte de la ONU, lo que conlleva 80 mil dólares anuales de ayuda para la comunidad. Una mención internacional siempre atrae el turismo, y si no hay una conciencia sobre cómo manejarlo, se puede perder la esencia de la comunidad buscando complacer al turista. Pongo un ejemplo: nuestro  guía –quien por cierto es puneño, quechua-hablante, sociólogo de formación y ha estado en la zona más de 20 años, viendo con optimismo y preocupación más de una transformación que ha ocurrido en la isla- contó que por insistencia de un grupo de turistas franceses, los pobladores de Taquile incorporaron en sus chalecos típicos un par de bolsillos laterales en diagonal, para que sean más atractivos a los turistas.

Además, mientras subíamos a la Plaza Central a entregar las donaciones que trajo el equipo de Tahina-Can, estuve al costado de tres maestros de una de las escuelas de Taquile, y escuché a uno de ellos decir: “Sí hay para arreglar los trajes, para que les bailen, pero para el (…) (palabra en quechua), ¡nada!”. Después de la ceremonia de entrega de donaciones me contaron que durante la temporada alta de turismo los niños suelen faltar al colegio para quedarse en casa ayudando a los padres a preparar los trajes para el baile o haciendo presentaciones para los turistas.

¿Cómo se presenta en la práctica el turismo responsable? Damos donaciones para la escuela pero los chicos se saltan las clases para atender a los turistas. ¿A quién le corresponde decidir cómo administrar su tiempo si el turismo es una actividad a todas luces más redituable que la educación? ¿Cómo crear una conciencia real de turismo solidario para no desvirtuar las tradiciones típicas y hasta qué punto se han de aislar para mantenerse lo más originales posibles?

Como parte de un grupo tan grande que visita la isla en un período de tiempo tan corto, entiendo las dificultades que se presentan –vamos, es casi imposible- al entablar una relación de mutua confianza entre los pobladores y nosotros, donde se permita un diálogo abierto y sincero. Si bien este viaje ayuda mucho en la formación de los expedicionarios y en la creación de vínculos interculturales, perderíamos mucho de lo que se nos ofrece si no sopesamos también las limitaciones que se nos presentan. Conocer un pueblo y sus tradiciones viene muy bien, pero también hay que tratar de entender el proceso de cambios constantes y acelerados que irresistiblemente han de sufrir las comunidades nativas, sobre las cuales recaen cada vez más miradas.

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