Diario de Ruta 2016, República Dominicana

A medio camino entre Nueva York y el Pico Duarte

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Edwin Cruz trabaja como guía en el Rancho Baiguate de Jarabacoa y, entre otras funciones, se encarga de acompañar a lugareños y turistas en su ascenso al Pico Duarte.

 

Su piel es mulata, pero él asegura que si no fuera por el sol sería tan blanco como nosotros. Sus facciones le dan una apariencia muy joven. Sus ojos son rasgados y oscuros y su nariz un poco chata.

Sorprende cuando comenta entre risas que tiene veintiocho años. Y esa es su forma de responder a casi todo, una sonrisa amable que parece resultado de muchos años de intentar complacer a los turistas. Pese a ser reservado, es tan agradable y paciente que cuando alguien se detiene a descansar durante el ascenso al pico más alto del caribe siempre tiene palabras de ánimo. 

Viste con ropa cómoda, deportivas Nike y una camiseta de manga larga. Cuando se arremanga, se puede ver en su antebrazo un tatuaje donde se lee “María”. “Es el nombre de mi madre” dice. Tiene otro debajo bajo el pecho que se hizo él mismo en el que pone “Thug Life”, y que recuerda la muerte de su rapero favorito, Tupac.

Le encanta el deporte, sobretodo el béisbol, que es el juego más popular en República Dominicana. Su equipo autóctono favorito son los Tigres de Licey y, de ligas mayores, los Yankies de los Estados Unidos.

Su español dominicano tiene muchas interferencias lingüísticas con el inglés. Cuando empieza a mantener una conversación con unos turistas de Estados Unidos, se hace evidente su acento y su slang americano. Se fue a vivir a Nueva York con su familia cuando tenía ocho años, donde se instalaron en Queens, uno de los barrios con más presencia latina. Allí cursó la escuela primaria. Me explica que lo botaron y tuvo que ir a otra, porque era un chico un poco conflictivo. Era difícil no serlo, pues me asegura que en Estados Unidos hay tanto racismo y segregación que tuvo que aprender a defenderse.

Con catorce años se marchó a vivir a Pensilvania con su madre, donde fue a la High School. Le gustaba mucho más que New York, como él dice, ya que asegura que no soporta vivir en grandes ciudades.

Tuvo su primer hijo con dieciocho años y el segundo con diecinueve, ambos con la misma chica. Tiene un hijo menor, de solo dos años que vive en Nueva York con el resto de sus hermanos.

Tiempo después, se mudó a Republica Dominicana con la intención de buscar empleo y lleva desde entonces trabajando en el mismo rancho, acompañando a los visitantes a las actividades de montaña y en los deportes de riesgo como el rafting.

Asegura que no querría volver a vivir en Estado Unidos y dice, con media sonrisa y los ojos ilusionados, que en agosto vendrá toda su familia a visitarlo, cosa que espera con impaciencia.