Diario de Ruta 2005, Rumbo al Ecuador

La Amazonía resiste

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Aislado de la civilización y sin más normas de las que rigen el ecosistema se encuentra el Oriente ecuatoriano. Una región distinta al resto del país en la que la política, la cultura o la economía no son más que extrañas concepciones que nada tienen que ver con el día a día de la selva.

“La Amazonía es uno de los pocos lugares que todavía hoy resisten a la urbanización, y lo hace con una sonrisa, porque ni las petroleras ni los afanes turísticos podrán entristecer a la cara más alegre del planeta.”

Las reglas del hombre se ahogan en el mundo vegetal. Un lugar en el que impera el ciclo natural de la vida. La Amazonía impresiona por su grandeza, por su diversidad y, sobre todo, por su vida. Millones de especies interaccionan en su hábitat. Un lugar que hace sentir al hombre tan pequeño como trivial. Un forastero en su propio planeta. Pero el extranjero no se conforma con contemplar tan hermoso espectáculo desde fuera, intenta adueñarse de los tesoros de la tierra como un niño caprichoso.

Hasta hace unos años las tribus indígenas habían respetado la naturaleza y compartían su vida con ella conviviendo en un clima de armonía. Ahora, la ambición humana avanza al mismo ritmo que el progreso. Prospera por caminos no señalizados arrasando con todo lo que encuentra a su paso. La Amazonía es uno de los pocos lugares que todavía hoy resisten a la urbanización, y lo hace con una sonrisa, porque ni las petroleras ni los afanes turísticos podrán entristecer a la cara más alegre del planeta.