Diario de Ruta 2016, República Dominicana

Una vida ligada al mar

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Eduard Espinal Cabrera es un joven de 29 años de piel mulata y pelo rizado. Mientras hace su descanso para comer explica que todos sus trabajos siempre han estado vinculados con el mar.

 

Nació en Estero Hondo, un pueblo de la costa. Empezó a trabajar de muy pequeño y con solo 9 años ya se dedicaba a pescar. Ahora lleva 7 años trabajando en el turismo y define su trabajo como “multifuncional”. Es capitán, ejerce de camarero en el catamarán, de marinero y de profesor de buzo.

Confiesa que su pasión es el mar, que no podría vivir lejos de él. “La marea es peligrosa, a veces” explica Eduard. “Por suerte, de momento aún no he tenido ningún accidente” comenta entre risas. Mientras habla, sus compañeros de tripulación le observan. Entre todos, describen como es formar parte de una tripulación. “Es mucho más que un trabajo”, aseguran. Entre ellos se establecen fuertes nudos gracias al trabajo en común. La complicidad se hace evidente cuando uno observa la forma en la que bromean durante sus breves momentos de descanso.

Es una ocupación sacrificada, sin duda. Eduard trabaja todos los días del año y asegura que el esfuerzo físico que se requiere es muy grande. Aún así, le satisface porqué tiene la oportunidad de conocer a mucha gente de diferentes nacionalidades, sobretodo alemanes y americanos. No tiene ninguna queja respecto al turismo al fin y al cabo, desde su punto de vista, “cuando más turistas vengan mejor para nosotros”.

Eduard fue a la escuela de su pueblo y cursó hasta Bachillerato. Delante de la pregunta de qué haría de su vida si pudiese hacer lo que quisiera, responde que le gustaría haber estudiado más, aunque confiesa que no le gustaba demasiado estudiar.

Actualmente, vive con su familia en el mismo pueblo en el que nació. Su mujer se llama Andreina y tienen una hija de 1 año y 7 meses a la que han llamado Albelis. Eduard desea que la pequeña estudié y tenga la posibilidad de encontrar un trabajo mejor.

La historia de Eduard nos muestra muchas realidades presentes en República Dominicana. Viviendo en un pueblo de la costa, sus circunstancias familiares le llevaron a tener que empezar a trabajar con 9 años en la pesca. Tuvo la suerte de poder estudiar en una escuela gratuita, pero no pudo seguir sus estudios por dificultades económicas.

Así, pues, ha seguido trabando en el mar, pero ha pasado de la pesca al sector del turismo. Su entorno ha condicionado, sin duda, su presente y no puede imaginarse un futuro lejos de su pequeño pueblo. Sin saber lo que es tener vacaciones, trabaja complaciendo a los turistas en actividades a menudo peligrosas. Aún así, ve al turismo como su única opción para poder seguir ganando algo de dinero.