Diario de Ruta 2008, Perú

Dos perfiles, una sola persona

fotoJL.jpg
Dos expedicionarios escriben sobre José Flor, representante de la institución no gubernamental "Un techo para mi país". Dos visiones distintas sobre una sola persona.

“¿En que gastan ustedes 5€? Ese es el presupuesto de una familia para un día”

Laura Bayarri 

 

José Luís Flor. Miembro de la “asociación civil sin fines de lucro” un techo para mi país. 18 años. Moreno de piel. Ojos negros como el tizón. Alto. Delgado. Estudiante de economía. Viste una camiseta blanca donde puede leerse, construye. “Hay familias que no pueden dormir por la noches porque tienen miedo de que el techo de su casa se les caiga encima por las lluvias”. Este es uno de los argumentos que utiliza para explicar porque es uno de los voluntarios de su asociación. Un techo para mi país está formado por “jóvenes universitarios” que, destinan el tiempo de su fin de semana a construir casas para las personas con menos recursos de América Latina. “Muchos de mis compañeros de universidad van a las discotecas durante su tiempo libre, sin embargo yo prefiero ser voluntario, me siento mejor y hago que se sientan mejor”. “Nuestro trabajo no es un parche, no es una solución temporal, esto va en serio”, afirma para defenderse de quienes le llaman ingenuo. El año pasado, cuando ocurrió el terremoto de Pisco, la ayuda internacional solo llegó a las grandes ciudades por cuestiones de “burocracia”, dice con rabia. “Las personas de las aldeas han estado viviendo en carpas”, contesta aún con más ira cuando le preguntan donde se han refugiado aquellos cuyas casas quedaron destruidas. Después cuenta que a los damnificados el gobierno les otorgó un cheque de 6000 soles (unos 1500 euros) para reconstruir sus viviendas. Aprieta fuerte los puños y dice “este cheque no tenía fondos”. Insiste en dejar claro que la suya es una institución no gubernamental, “vincularnos con algún gobierno nos haría vulnerables”. Para finalizar su conferencia pone el vídeo de la primera construcción que él realizó. Se le iluminan los ojos mientras lo ve, casi parece que vaya a llorar de alegría y satisfacción. “Vamos a erradicar la pobreza en Latinoamérica y lo vamos a lograr porque creemos en lo que hacemos, alguien tiene que hacerlo y los jóvenes hemos tomado la iniciativa”.

 

Toda una vida para combatir la pobreza

Àlex M. Orts 

“Vamos a erradicar la pobreza extrema en América Latina. Estamos convencidos de que lo lograremos”. Es difícil no confiar en alguien cuando pronuncia su discurso con tanto énfasis y convicción, aunque éste tenga la apariencia de un sueño utópico. Más difícil es dudar de ello cuando los ojos de quien habla brillan llenos de una mezcla de inocencia y revolución.  Inconformismo en estado puro. “La gente joven es quien debe dirigir el cambio”, dice. Por eso él, a sus 18 años, ya lucha para conseguirlo. José Luís Flor es voluntario de la asociación “Un techo para mi país” en Perú. Ayuda a las familias que han perdido su hogar dándoles, junto con otros compañeros, un techo bajo el que pasar las noches.  Lo más curioso es que conocerle, en cierto modo, despierta un profundo sentimiento de admiración. Consigue avivar esa llama que todos (o muchos, afortunadamente) llevamos dentro,   emocionándonos con cada una de sus palabras. Parece que todos los que lo escuchamos estemos dispuestos a unirnos a su causa sin ni siquiera plantearnos la viabilidad del asunto. Una cerrada ovación del auditorio al final de su demostración retórica lo demuestra. 

Pero lo más importante es poder comprobar que aún queda gente como él enmedio de una masa que tiene como mayor preocupación qué ropa se pondrá el fin de semana siguiente. Su filosofía y su manera de entender las cosas son un pequeño rayo de luz que incide en el camino de aquellos a los que la justicia les da la espalda. “Sé que voy a dedicarme toda la vida a combatir la pobreza”. Decidme si no os produce un pequeño cosquilleo, una mezcla de envidia y satisfacción, oir cosas como esta. Y yo que pensaba dedicarme toda la vida a esto del periodismo…