Reportajes 2008, Perú

Edu-comunicadoras en Tahina-Can Bancaja

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Liliana Moreno y Sonia Herrera son estudiantes del Máster de Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona y participaron en la Expedición como monitoras de un equipo de trabajo, tele y foto respectivamente. A ellas, les ha aportado una experiencia personal pero también les ha ayudado a crecer y aprender como educomunicadoras.

Ahora nos cuentan su experiencia:

Semillas
Liliana Moreno Camargo

En el Tahina-Can Bancaja me encontré rodeada de una exquisita diversidad de pensamientos que la hacían, desde un principio, algo enriquecedor y para una educadora, además, suponía un reto.
Esta diversidad marcada en muchos puntos de vista por la preparación de cada uno (la bióloga, el literato, el ingeniero, la traductora, la geóloga, el politólogo, la médica, etc.) le daba un tono más entretenido a la aventura ya que todos nos encontramos con mucho por compartir pero sobretodo con algo en común: muchas ganas de aprender y de abrir la visión del mundo. Observarlos, escucharlos y empezar a entender que, gracias a sus comunes inquietudes y a sus ganas de cruzar fronteras, todos teníamos algo que aportar a los demás.

Este era el punto más importante a la hora de empezar a enseñarles un oficio como es el audiovisual. Cada uno desde su formación (en formación) planteaban un punto de vista, una inquietud, una mirada. Acá empezaba el acto de educar. Tomar ese inicio y lograr convertirlo en una idea desarrollada. Tomar lo mejor del otro y lo mejor de ti para crear algo en común. Intentar guiar sin que esa idea inicial se diluya. Hablar la propuesta. Dejar experimentar desde los instintos de creación más básicos. Permitir el error como algo que hace parte del mismo proceso. Valorar los resultados como algo más que un recuerdo de una intensa aventura. Sonreír al notar que el aprendizaje ha sido común que enseñar te hace crecer y te llena de nuevas inquietudes que son las semillas para seguir enseñando y aprendiendo.

 

Viviendo el viaje
Sonia Herrera

Comunicación y educación. ¿En qué punto se unen estos dos ámbitos? En la teoría ambas doctrinas deberían ir siempre unidas; en la práctica, desgraciadamente, no es así…
Salvo fenomenales excepciones como la Expedición Tahina-Can Bancaja. Este proyecto pone de manifiesto desde sus inicios que esa alineación de conceptos sí es posible.

En el VI Congreso de la Red de Facultades y carreras de Comunicación de la República Argentina (RedCom), que tuvo lugar en octubre de 2004 en la ciudad de La Plata, se determinó que desde la perspectiva de la Educomunicación los caminos a seguir para hacer más significativo el proceso educativo deben ser los siguientes: Contextualización del proceso educomunicativo. Lectura crítica. Socialización de las nuevas tecnologías. Trabajo en red. Optar por trabajar metodológicamente.

En primer lugar, en la contextualización del proceso educomunicativo, la cultura se va construyendo por las intervenciones de las personas, de todos nosotros, lo cuál hace que ésta sea eminentemente cambiante y exija redefinir situaciones continuamente. De esa revisión constante de los cambios sociales y culturales, nacen iniciativas como Tahina-Can Bancaja, para dar una opción motivadora desde la educación, para disfrutar de la comunicación.
Como educomunicadores deberíamos ser los principales interesados en el conocimiento de las diferentes realidades: desde el acontecimiento más local y aparentemente insignificante hasta las problemáticas globales que repercuten en toda la sociedad. Este conocimiento de la realidad facilita la creatividad y la expresión desde puntos de vista originales y distintos a los que proporcionan los medios de comunicación convencionales. Esa mirada diferente a la realidad Latinoamericana, se ha buscado y hallado, en cada una de las ediciones de este proyecto a través de una resignificación del verbo “viajar”. El hecho de que los participantes provengan de diferentes disciplinas aporta un valor añadido a la Expedición, ya que este hecho provee a los trabajos resultantes de un mosaico infinito de visiones, inquietudes y perspectivas sobre un mismo hecho.

La lectura crítica del panorama cultural y mediático de cualquier país es vital en el desarrollo de los videos, crónicas, galerías fotográficas o cápsulas radiofónicas que se llevan a cabo, ya que un espíritu crítico unido a la libertad de expresión da como resultado la visualización de realidades muchas veces ocultas o desconocidas para la mayoría.

Cuando se habla de socialización de las nuevas tecnologías, nos referimos a dotarlas de sentido utilizándolas siempre al servicio de la expresión y, evidentemente, de una expresión asequible y accesible para toda la población. Comunicando lo aprendido, los expedicionarios dejan a un lado la pasividad y la indolencia en la que nos sumerge la sociedad en la que nos ha tocado vivir, pasando de ser simples receptores y porcentajes en las audiencias de las grandes Networks de comunicación, a convertirnos en productores responsables de cultura.

La reciprocidad que proporciona el trabajo en red en el que se sustenta Tahina-Can Bancaja, es también un aspecto extraordinariamente enriquecedor, ya que entre todos los participantes de la Expedición tejemos relaciones y construimos conocimiento. Un trabajo colaborativo, coral y democrático que reconoce sin problemas que todos tenemos algo que contar y que los demás, desde la diferencia, también tienen mucho que aportarnos.
Para conseguir todos estos objetivos, obviamente se necesita de un trabajo metodológico enmarcado en un programa académico singular y coordinado que gestione el desarrollo de la participación y el diálogo entre la Expedición y las personas del país en que ésta se encuentre. Contando con todos estos ingredientes, sobra decir que el talante educomunicativo de la Expedición está más que demostrado. Quizás sea precisamente Tahina-Can, la “estrella grande”, la que nos sirve de guía y hace que este proyecto no sea un mero recorrido por diferentes puntos de Latinoamérica, ni un simple viaje de placer, ni una clase magistral disfrazada, sino una experiencia que crea nuevos lazos, que rediseña los medios de comunicación y los sitúa dentro de la realidad y no acomodados detrás de una barrera como puros transmisores o voyeurs.

De este modo, todos los que hemos tenido el privilegio de seguir su estela en algún momento, hemos hecho nuestra una realidad que hasta entonces quedaba muy alejada de lo que forma parte de la cotidianeidad, y hemos formado parte de un proceso de aprendizaje en el que todos hemos cambiado y transformado al otro: comunicando, observando y dialogando, o lo que es lo mismo, Viviendo el Viaje.