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“El dinero no compensa si no te apasiona lo que haces”: Khouloud Ahmed, médica en El Cairo

Por Gina Pallarès

Hablamos con Khouloud Ahmed, una médica que hace PCRs en su día libre.

Son las siete y media de la tarde y el cansancio acumulado en el mercado de Khan El Khalili se apodera de nuestros cuerpos. De regreso al Hotel Barceló Pyramids espera alguien para hacernos una PCR a siete de nosotros. Curiosidad. Nervios. Se perciben en la recepción y mientras, echo un vistazo rápido para buscar al guía Haitham. En una vista rápida paso por alto a la mujer que se encuentra delante, en el sofá, al otro lado de la sala. Su cabello es invisible, está cubierto por un velo y viste un vestido largo y estampado. Me llama la atención saber que, en esa maleta infantil y aparentemente vacía, guarde la prueba que nos permita regresar a España o quedarnos en Egipto aislados. Aislados en El Cairo. Efectivamente, es la médica.

Ella es Khouloud Ahmed Alaa Eldein, médica e investigadora en el laboratorio Mukhatabar. Tiene 32 años y ha estudiado la carrera de Medicina en la Universidad de El Cairo durante 4 años. Parece cohibida, que no introvertida. Cuenta que ha hecho un año de especialidad en la investigación del ADN de los seres humanos y, al acabar, unas prácticas en varios laboratorios de Egipto. Cabe decir que muchos estudiantes de África y personas árabes en formación de medicina recurren a las universidades de Egipto. Esto se debe a que los médicos egipcios a menudo se han formado en Occidente y están familiarizados con las técnicas modernas e inglesas, según la página web Easy Expat. Pone un énfasis extraordinario al preguntarle sobre sus vacaciones. Y sin indagar en éstas, queda claro que lo que más le gusta es viajar, entre sus destinos resalta la ciudad de Alejandría.

Se va relajando. Baja el tono y se anima a hablar de sus relaciones más estrechas. Reposa las manos sobre sus rodillas y se permite sincerarse como si de un encuentro amistoso se tratara. Entre sus confesiones, la del amor. “No he encontrado ningún hombre que se asemeje a mi clase y ritmo de vida. No estoy casada. Aunque no quiero que sea una persona de mi misma profesión. Las conversaciones serían muy aburridas y el día a día acabaría en monotonía”, traduce Merna, nuestra compañera de viaje egipcia, que está entre las dos. Parece que no solo en el trabajo refleja su exigencia. Eso sí, tiene las cosas claras.

“¿Una aproximación sobre lo que puede ganar una médica como tú?”, pregunto. La cara de Merna, la traductora, me desvela la respuesta. Evasión. Khouloud prefiere no dar datos del salario. Recupera la posición inicial y tensa sus delgados hombros. ¿Entre qué intervalo estamos hablando? Insisto. Pero no hay respuesta. La mayor aproximación a la que recurre es a describir tres bloques imaginarios. El primer bloque se situarían los médicos que están peor remunerados. En el tercero, los que ganan más. Y, en el del medio, se sitúa ella, como alguien que vive bien y no se debe preocupar por vivir en condiciones. Nos pone de ejemplo en el tramo alto a Ahmed, un médico poco accesible y muy rico de Egipto. El salario queda en el misterio, pero referente a la jornada laboral contesta sin pelos en la lengua. “Empiezo a las ocho de la mañana y acabo a las cuatro. Pero no siempre. A veces se acaba más tarde y otras más puntual, pero casi nunca antes. Mi jornada es de 6 días a la semana y 21 días libres de vacaciones.” Explica que las horas extras solo se remuneran si es un proyecto concreto, por lo que si se alarga el trabajo de un día, forma parte de la normalidad y por lo tanto, no se paga.

La confidencialidad. Confirma que hay muchos datos confidenciales, estudios confidenciales, resultados confidenciales. Por ejemplo, a lo relacionado con la detección de drogas en sangre. A medida que va contestando es inevitable no comparar con España lo que cuenta y lo que no. Y es que no hay una distancia abismal en su profesión respecto a España. Prácticas remuneradas de forma muy simbólica, jornada laboral de 8h, vacaciones, sueños cumplidos, 10 años de experiencia en laboratorios hasta llegar donde está, días extra para hacer PCRs y mucho sacrificio es lo que acaba construyendo el día a día de una médica e investigadora en el laboratorio privado Mukhatabar. En medio de las confesiones, se denota a Khouloud un brillo en los ojos que no se puede esconder mientras explica que ser médica era su sueño. Hacer lo que hace le apasiona y por eso ha sacrificado familia, amigos y tiempo para llegar donde está a sus 32 años.