Reportajes 2005, Rumbo al Ecuador

El limpiabotas

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Gerardo es uno de los muchos niños limpiabotas que deambulan por las calles del centro histórico de Quito. Topé con él mientras visitaba la Iglesia del Sagrario, uno de los centros religiosos más impresionantes de la ciudad. El interior del monumento está repleto de pequeñas figuras doradas que dejan perplejo a todo el que entra.

Gerardo se acercó a mí y miró mis pies asomando la cara bajo una gorra blanca. En su brazo derecho llevaba una caja negra con dos botes de betún que habían teñido sus manos de azul. Decidí cruzar unas palabras con él. Tiene 12 años y hace diez meses que cada fin de semana recorre las calles limpiando zapatos.

De lunes a viernes abandona el centro de Quito para ir al colegio, entonces vuelve a ser niño, aunque no deja de estar al cargo de su hermano de seis años. Mientras hablaba movía la cintura de un lado a otro y se colocaba la gorra constantemente. Entonces le invité a entrar a la Iglesia. Gerardo se asombró y dudó unos momentos. Le hice saber que no necesitábamos pagar, le cogí de la mano y le arrastré hacia dentro. Quedamos impactados al observar el dorado de las paredes y el techo.
Era la primera vez que Gerardo entraba aunque trabaje en las calles de los alrededores. Quedó maravillado y me prometió que volvería.