Noticias 2008, Perú

“He tenido una vida que no la cambio por nada. Quise ser periodista y enviado especial y lo fui”: Vicente Talón

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Vicente Talón, que define su profesión como la de enviado especial, ha sido nuestro segundo invitado en el ciclo de conferencias “Tardes de aventura periodística”.

Justo estallaba la Guerra Civil española, cuando, en julio de 1936 nacía en un pueblo valenciano el periodista Vicente Talón. Ya de joven, impulsado también por su madre que ejercía la docencia, Talón se interesó por leer y aprender sobre el mundo y todo lo que ocurría a su alrededor. Y, poco a poco, se embarcó en un mundo que acabaría convirtiéndose en su trabajo y que le llevaría a recorrer todo el globo terráqueo y a estar presente en muchos conflictos de este a oeste del planeta, todo, según él, por vocación.

Durante casi dos horas, nuestro invitado estuvo instruyendo ayer en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAB a los futuros periodistas sobre la profesión, dando consejos, contestando a todas las preguntas y explicando sus historias vividas a lo largo de 23 años como enviado especial permanente.

Con un tono sincero, amable y entrañable, Vicente Talón nos contestó a algunas preguntas que se habían quedado en el tintero. Conocemos más a fondo al “Rais” (jefe o líder) como lo llama Arturo Pérez Reverte.

 

Tardes de Aventura: ¿Cómo se define a usted mismo?

Vicente Talón: Carai, que pregunta! Pues no se me había ocurrido antes… un paseante de la vida.

T.A: ¿y como periodista?

V.T: Creo que era periodista antes de saber que se podía ser periodista. Y cuando yo decía que quería ser periodista a mi madre le decían: ¿y el quiosco donde lo podrá?

T.A: En muchas conferencias ha dicho que no va a hablar de guerra…¿porqué si ha sido enviado especial permanente a zonas de conflicto durante 23 años?

V.T: No,no,no,no…mi planteamiento no es ese. A mi no me importa hablar de guerra o incluso, si llega el momento y la situación es propicia, yo puedo contar cosas muy duras de la guerra. El tema no está ahí, lo que me da rabia, es que siempre que me llaman para ir a una conferencia es para hablar como corresponsal de guerra, cuando podría hablar de muchas cosas. Como enviado especial también he hecho muchas más cosas, no solamente guerras. Puedo hablar de geoestrategia, de política, de la mafia, etc.

T.A: Me perdonará pues la pregunta. ¿A su juicio, como definiría a un prototipo de enviado especial de guerra?

V.T: Hoy en día esa figura prácticamente no existe. Ahora el periodista hace muchas cosas a la vez. En mi época creo que era el único que hacía eso, dedicarse exclusivamente solo a hacer guerras. Hoy en día eso no existe, porque hay que renunciar a tener una familia, eso está claro, hay que tener un despego por la vida, hay que tener la mentalidad de que puedes perder la vida.

T.A:¿Y que cualidades debe tener? ¿No tener miedo?

V.T: Yo siempre he tenido miedo, pavor, pero eso te excita, a veces te vas porque te puedes ir, pero luego vuelves al día siguiente porque al fin y al cabo eso es para lo que estas hecho.

T.A: ¿Usted decide ir a zonas de conflicto por vocación, por trabajo, por pasión…?

V.T: Por vocación. Yo lo pedí. La primera guerra a la que fui, en el Congo, me dijeron, – ¿Porqué vas a ir a la guerra?- ¿Estás loco?- ¿Pero qué sabes tu de una guerra?- Y me fui a la guerra. Entonces resulta que lo hice bien y volví y entonces empezaron a llamarme para hacer guerras. Entré en Pueblo, que es el periódico que todos los periodistas jóvenes querían entrar, el que hizo la figura de enviado especial, el que tuvo la primera mujer corresponsal, etc… Me lo propuse y lo hice… nadie me envió nunca a una guerra, no se puede enviar a nadie allí…

T.A: ¿Supongo que antes era mucho más peligroso que ahora ir a una zona de conflicto… por lo que está diciendo… eran los primeros en llegar a un sitio, etc…?

V.T: Pero también era mucho más libre. Íbamos a ruedas de prensa sin interlocutores y en ocasiones firmábamos un papel diciendo que si nos mutilaban o moríamos no íbamos a pedir reclamación, una vez que se había firmado eso, yo era absolutamente libre.

T.A: ¿Y si yo le digo ahora que en el 2008 tiene 25 años y acaba de licenciarse en periodismo elegiría ir a una guerra?

V.T: Si yo ahora me viera con 25 años me vuelvo absolutamente loco y pienso mil cosas divertidas mucho mejores que ir a una guerra, desaparece la vocación. Ahora no iría. No me interesan los periódicos de ahora, ni la clase de periodismo que hay ahora. Ahora te encuentras con que cada medio tiene un periodista figura. Antes, cada uno escribía de lo suyo, no lo cambiaría por ahora.

T.A: Entonces, por lo que nos cuenta, ¿cómo cree que debería ser el periodismo de guerra actual?

V.T: Yo creo que ahora no hay ambiente ni ningún miedo. Ha habido dos o tres periodistas buenos, que han desaparecido.

T.A: Cambiando de tercio, Arturo Pérez Reverte, lo cita en un artículo como un “mito”, un “maestro”, el "Rais". ¿Qué le parece que otros periodistas hablen en esos términos sobre usted?

V.T: Bueno, por regla general, eso es una razón de nacimiento, soy el más viejo de todos. No es por otra cosa.

T.A: Antes nos decía que no recuerda ninguna entrevista que haya hecho porque no le han marcado. Cuénteme, ¿a quien le gustaría entrevistar?

V.T: Por ejemplo a Vicente Blasco Ibáñez. Porque he estado en sitios que él estuvo años antes que yo. Tengo casi todos sus libros. Cuando fui por primera vez a Pekín, llegué al hotel, abrí la ventana de la habitación y dije en voz alta: “Pekín, estoy en Pekín”. Eso mismo lo escribió Blasco Ibáñez en uno de sus libros. A lo mejor lo recordé porqué lo había leído años atrás, o a lo mejor fue pura casualidad.

T.A: Una pregunta sobre su profesión que le gustaría que le hicieran…

V.T: No se me ha ocurrido nunca. Una pregunta que me hicieron, que nadie se ha atrevido a hacerme nunca fue: “Mataste a alguien?”

T.A: ¿Que le contestó?

V.T: No le contesté.

(Cambiando el tema y espontáneamente nos habla de Javier Nart, nuestro primer invitado)

V.T: ¿Os habló Nart de que es el inventor del chaleco de pescador?. Siempre le he dicho que lo diga porque poca gente lo sabe y ahora lo usa todo el mundo. Ahora lo ha escrito en su libro, pero debería decirlo más.

T.A: Vicente, ¿le importaría decirnos qué son esos pins que lleva puestos?

V.T: El de la corbata es del ejército de Eslovaquia. Tengo un montón y me los voy poniendo.

El pin de la solapa es diferente. Lo llevaba ya en Madrid cuando me concedieron una beca de estudios, pero sobretodo, cuando llegué a Bilbao. Allí, me metí en el tema vasco, aprendí euskera… la gente pensaba que era verdaderamente vasco y yo les decía “no, no, yo soy valenciano”. Y seguí hasta el día de hoy y no me lo quito nunca.

T.A: Nuestro ciclo de conferencias se titula “Tardes de Aventura Periodística”, ¿nos podría contar una tarde suya de aventura periodística?

V.T: Todo es aventura, desde el momento que te pones en marcha para conseguir algo que a lo mejor no consigues hasta al cabo de una semana o un mes. Todo es un largo proceso.

T.A: ¿Entonces su vida es aventura?

V.T: No lo considero aventura. La palabra aventura la veo demasiado amplia.
No hubiera sido aventurero por el placer de la aventura, para hacer los 7 picos más altos del mundo o ir al Polo Norte para cruzarlo en trineo. Yo siempre todo lo que he hecho ha sido en función de publicar algo. Por eso cuando vi que ya no iba a publicar en un periódico, sino en una revista técnica entonces cerré el registro completamente. Siempre pensaba en mis lectores.

Profesionalmente y humanamente he tenido una vida que no la cambio por nada. Yo quise ser periodista, fui periodista. Yo quise entrar en Pueblo, entré en Pueblo. Yo quise ser enviado especial permanente, y lo fui. Y no quise nada más