La relación diplomática entre ambos países ha encontrado su punto de encuentro en la economía
Por Luis Rodríguez
Unos 4200 kilómetros separan España de la República Islámica de Irán. Dos países con dos realidades diferentes que, con el paso de los años, han acortado distancias hasta conseguir una estrecha relación diplomática que se ha visto plasmada a nivel económico y comercial.
Desde el inicio de la revolución de la República Islámica, España ha no ha experimentado ninguna crisis política con Irán. La distancia cultural y religiosa entre ambos no ha impedido su entendimiento en aspectos económicos, pese a las sanciones impuestas por Estados Unidos. La guerra entre Irán e Irak trajo consigo la necesidad de regenerar las estructuras del país islámico, de manera que las empresas españolas entraron en el escenario posbélico para contribuir al desarrollo de industrias e infraestructuras.
La industria del gas y el petróleo son el punto de unión entre ambos países. Si bien no se han llevado a cabo proyectos desarrollados por países occidentales, desde el 2015 empresas auxiliares procedentes del País Vasco principalmente han encontrado un nicho de mercado en este tipo de industria, proporcionando maquinaria y materiales como grúas o válvulas.
El comercio se ha consolidado como otro de los nexos de unión entre ambos países. Ciudades iraníes como Yazd importan cerámica procedente de la Comunidad Valenciana. Sin embargo, los lazos comerciales se han visto debilitados por las amenazas de Donald Trump de abandonar el pacto nuclear alcanzado por Obama en 2015 y por las sanciones económicas impuestas por el país norteamericano. Una situación que ha conllevado el descenso de la actividad comercial y la caída del consumo, pero que no ha impedido la relación existente entre España e Irán.
