Los tahinos partieron de Baños, estancia que agradó a la mayoría por lo bello del lugar y las aguas termales de las que disfrutaron con un baño nocturno. Su destino era Misahuallí, pero antes les esperaba un increíble día disfrutando de la naturaleza con el agua como protagonista.
La primera parada fué la cascada del Manto de la Novia, un chorro de agua que cae a más de 100 metros. Altura aparentemente alta si no fuera porque los expedicionarios la superaron en 10 metros de altura cruzando el rio y pasando por encima de ella. Una vez en el otro lado, el grupo tuvo la opción de visitar un mirador privado, desde el cual se apreciaba una fantástica vista de la cascada. También pudieron apreciar un pequeño jardín conformado por una serie de plantas de la zona, entre las que se encontraban orquídeas. Tras esto, volvieron al punto de partida atravesando el rio sobre un puente colgante de 500 metros de longitud, donde algunos se encontraron cara a cara con un toro desbocado.
Desde aquí, marcharon en autobús hasta la zona del Pailón del diablo, lugar donde disfrutaron de una magnífica cascada, la cual admiraron tanto de lejos sobre un puente como de cerca. También tuvieron la emocinante oportunidad de estar dentro de ella. Ese momento ha sido definido por los expedicionarios como uno de los mejores de lo que llevamos de viaje.
Mojados y con algún contratiempo, los tahinos disfrutaron de un almuerzo, aprovechando para secarse al sol, antes de dirigirse al autobús que les llevó hasta las mismas puertas del Amazonas. De camino realizaron una parada obligada en un tienda-almacén de artesanía en el cual las mochilas se llenaron de originales recuerdos.
La jornada quedará en la memoría de los expedicionarios como el día del agua, una más de las experiencias inolvidables que el viaje les está ofreciendo. Ahora, el Amazonas les espera…
