Noticias 2009, Ecuador

Primeros pasos por la Amazonía ecuatoriana

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Primer paseo por la selva. Primeros insectos, primeros incidentes, primeras impresiones de los tahinos. La Expedición Tahina-Can Bancaja llega a la selva amazónica entre nervios, ilusión y con los sentidos dispuestos a captar cada sonido.

 

Celso y Ramón, guías indígenas de los expedicionarios, los esperaban a las nueve y media de la mañana a la entrada del campamento para acompañarlos en su primera incursión en la selva amazónica. Durante dos horas y media, los tahinos han disfrutado de una caminata que les ha descubierto una pequeña parte de la flora y la fauna de este sorprendente rincón del mundo.

El paseo no ha empezado demasiado bien: a escasos metros de las cabañas, un grupo de expedicionarias se han visto atacadas por un enjambre de insectos que se han divertido enredándose entre su pelo. Lucía Cornejo ha sido de las más afectadas: "Lo he pasado muy mal, he pasado mucho miedo. Me zumbaban al lado del oído. Ramón me los ha quitado de la cabeza como a un mono los piojos".

Pero este incidente ha sido rápidamente olvidado cuando, unos pasos más adelante, los tahinos se han visto realmente inmersos en la grandeza de la Amazonía. Plantas medicinales, semillas con larvas dentro, peligrosas hormigas de fuego, árboles gigantescos, palmas con las que se elaboran los sombreros panameños… Son muchas las sorpresas que encierra la selva. Demasiadas, quizás, para los tres días que la Expedición pasará en ella; por eso sus miembros lo han observado todo con mucha atención y sin perder detalle.

El momento liana fue uno de los mejores. Los guías han enseñado a los expedicionarios a lanzarse por una de ellas. Paulino Font cuenta cómo lo ha disfrutado: "Ha sido muy divertido. Desde el principio tenía la intención de realizar un gran salto, a la altura del mejor Tarzán. Me he quedado con ganas de repetir, en realidad no sé por qué no he repetido…".

Otra de las emociones del trayecto ha sido la llegada a la pequeña laguna del caimán, aunque el famoso animal no ha querido dejarse ver. Una pequeña decepción que relata Vanesa Andrés: "Cuando íbamos a llegar al lago, el guía nos ha dicho: ‘Cuidado, que aquí hay un caimán’. Todos nos hemos quedado en silencio y hemos empezado a andar de puntillas… hasta que a los cinco minutos nos hemos dado cuenta de que ahí no había nada, el caimán no tenía intenciones de salir de donde estuviera".

Para regresar finalmente al campamento, los expedicionarios han atravesado la pequeña puerta de salida de la selva que se abría entre las raíces de uno de los árboles más grandes que nunca habían visto. No ha sido mucho tiempo (y no han visto un caimán) pero para los tahinos ha sido un buen comienzo en la Amazonía. Otros dos días de aventura en la selva les aguardan.