Diario de Ruta 2017, Colombia

Raíces Doradas

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Para Alexandra Ayala, guía turística de Bogotá, el museo es "un símbolo e icono super importante: es el más grande y completo del continente. Esto hace que para nosotros sea valioso más allá del dinero, ya que a nivel cultural nos supone un gran orgullo".
¿Quién no ha fantaseado alguna vez con estar rodeado de oro y sentirse la persona más poderosa del mundo? Este precioso metal ha sido capaz de llamar la atencion de los seres humanos desde tiempos inmemoriales, tanto a nivel economico como cultural. La herencia precolombina destaca por el legado cultural y arquitectónico, que dejaron sus civilizaciones antes de ser conquistadas. En la capital colombiana esto se ve reflejado en gran parte de sus edificios y, sobre todo, en su famoso Museo del Oro. 
El edificio está situado en una plaza concurrida y uno no comprende la grandeza e importancia del lugar hasta que entra de lleno en la primera parte del museo cuando se encuentra con las resplandecientes piezas doradas brillantes como el Sol. 
  
Para Alexandra Ayala, guía turística de Bogotá, el museo es "un símbolo e icono super importante: es el más grande  y completo del continente. Esto hace que para nosotros sea valioso más allá del dinero, ya que a nivel cultural nos supone un gran orgullo".
 
 
 
En el inicio de la exposición se encuentran las 13 culturas precolombinas del país: "Estas sociedades prehispánicas se dividían en grupos liderados por un gran chamán. Cada pueblo, dependiendo de la zona y la tierra, adaptaba su cultura y herramientas. Por ejemplo, en zonas frías se elaboraraba oro fino mientras que en las calientes se producía más grueso", afirma Alexandra. Los indigenas Tairona predominaron en la época precolombina, siendo de los primeros en extraer, simbolizar y tratar el oro. 
Al morir enterraban a la gente con el precioso metal porque para ellos era como devolverlo otra vez a la tierra.
 
Segun Alexandra, "el peso en oro simbolizaba poder a la vez que fuerza física y mental. Ir bañado de pies a cabeza en oro daba el máximo grado de poder". Las diferentes tribus se comunicaban con los dioses, ellos tenían creencias politeistas, sobre todo veneraban a los tucanes y les enseñaban a ser un canal de comunicación entre el chamán y Dios. Estos dioses eran a nivel íntimo su moral. El chamán mediante cánticos, sexo o danzas hablaba con dioses y lo transmitía al pueblo. "A los chamanes les llamaban los iluminados porque eran muy inteligentes y, porque, al mismo tiempo se situaban ante el sol para hablar y resplandecían pareciendo figuras de oro", recuerda Alexandra. Los hechiceros alimentaban su mente para llegar más allá y hablar con los dioses. Este proceso les llevaba al éxtasis llenándoles de sabiduría. 
 
Por su parte, la coleccion del museo empezó en 1939 con la figura del poporo, una pieza de oro puro del periodo quimbaya clasico. El museo se fue ampliando por donaciones, tras endurecerse las ventas de patrimonio arqueológico, y se abrió en el 1964 dirigido por el banco de la República. Los responsables se centraron en la metáfora del origen de la tierra y el retorno del oro a su lugar inicial, ellos lo llamaron "el ciclo". Para Alexandra, "el museo muestra nuevos interrogantes sobre el tema, nunca se acaba de interpretar en su totalidad y tiene la capacidad de mostrar la vida precolombina." Algunas de las reliquias fueron compradas por coleccionistas y después cedidas al gobierno, se recuperaron muchas piezas de España y otros países de europa donde las reliquias de oro no eran valoradas y solo importaba su valor monetario. A nivel rural, la gente al encontrar oro en sus tierras avisaba al gobierno y las intercambiaban por dinero; mientras que otros las robaban y fundían, perdiéndose muchas reliquias.
 
El museo llena de orgullo a los habitantes de la capital y les permite recordar su pasado más antiguo, haciéndoles ver que Colombia es mucho más que un país influido por el conflicto armado. La verdad es que Colombia siempre fue un país rico en tradiciones y gracias a este nuevo tiempo de paz puede recuperar su antiguo esplendor.