Reportajes 2004, México

Pinches reporteros: Ser periodista en Yucatan

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El periodismo en Mexico se debate hoy en dia entre cinco caminos que, como afirma el periodista Omar Raul Martinez, emergen de la comparacion entre los perros y la actividad periodistica. Perros falderos, perros cirqueros, perros de ataque, perros de vigilancia y perros lazarillos...

El periodismo en México se debate hoy en día entre cinco caminos que, como afirma el periodista Omar Raúl Martínez, emergen de la comparación entre los perros y la actividad periodística. Perros falderos: Periodistas que asumen una actitud de subordinación y nula crítica, con el afán de ganarse el beneplácito del que goza del poder. Perros cirqueros: Periodistas que se dedican al entretenimiento y espectáculo desmesurado en busca de altas audiencias. Perros de ataque: Periodistas que van directos al pescuezo de los actores públicos a la menor provocación. Perros de vigilancia: Periodistas que ejercen una tarea de supervisión del entramado sociopolítico en busca del respeto de libertades y derechos. Perros lazarillos: Periodistas que tienen como función hacer ver y dar luz a los que necesitan orientación.

El Café de la Náder. "Vayan, vayan y véanlo", nos habían dicho. ¿Qué sería lo que se estaría tramando en ese pequeño rincón de Cancún? Imaginábamos a los grandes narcos mexicanos allí sentados, caballito de tequila en mano, escuchando las voces de los Tigres del Norte mientras cantan narcocorridos que evocan las aventuras y desventuras de antiguos compadres. Pero en lugar de esto, allí encontramos a los narcos de la noticia, encontramos a los periodistas mexicanos.

El sitio recuerda a los cafés de Buenos Aires, esos lugares donde flota cierto aire melancólico en el que se mezclan sabores europeos y aromas latinoamericanos. "Qué tomarán?… Café, jugo de naranja…" El camarero detecta rápidamente por nuestro estupor e indecisión, que no somos del clan, que no pertenecemos a las decenas de profesionales que a diario toman sus enchiladas y sus frijoles entre "notas" a medio redactar, servilletas con números de teléfono para futuras entrevistas y ejemplares de periódicos manoseados que muchas veces actúan de improvisados posavasos. Pedimos zumo de naranja y unas pastas, sin saber, pobres de nosotras, que la factura nos va a costar un pico. Después del susto entramos en acción.