Noticias 2013-2014, Tailandia

Un día en las aguas de Bangkok

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El río Chao Phraya marca la ruta de la primera jornada de la expedición, gracias a él, conocemos las diferentes realidades que esconden sus orillas, desde templos hasta barrios bañados por sus aguas

Hacia a las  10 de la mañana nos dirigimos en barco hacia Wat Arun, el también llamado Templo de la Aurora. El edificio se asemeja a las construcciones milenarias rodeadas de vegetación que se nos descubren en películas de exploradores, de estilo Khmer recuerda por su fachada a las obras de Gaudí decoradas con piezas de porcelana rota. Unos escalones altísimos intentan reducir la distancia hasta los 82 metros de altura de la torre. No mirar abajo es una necesidad si se quiere llegar a la cima, la torre más alta de los templos de Bangkok. Desde lo alto, se aprecia una ciudad aún sumida en las nubes debido a la humedad y la contaminación que la caracterizan.

Viaje en barco, la Venecia asiática

Otro barco con las mismas características nos recoge: colorido, techo bajo, asientos en filas de pares… Nuestro destino es la llamada Venecia asiática. Nos acomodamos, desenfundamos las cámaras y nos preparamos para captar cada detalle de aquel paisaje tan similar, por la definición inicial de su naturaleza, una ciudad con calles de agua;  y tan diferente al mismo tiempo, -la arquitectura, el aire que se respira, los gondoleros sustituidos por los conductores y los remos por el timón-, a la ciudad europea que conocemos como “la ciudad de los canales”.

Aquí, como en la mayor parte de Bangkok, la mayoría de casas son humildes, sin embargo alguna sorprende por su arquitectura contemporánea, materiales más sólidos y grandes ventanales. La regla son las casas de madera, con ventanas pequeñas, las que utilizan sábanas como toldos y cortinas.

Vamos por una carretera propiamente dicha: las señales de tráfico, los postes de luz y las farolas no faltan. La única diferencia es el cambio del asfalto por el agua, lo que no se echa de menos, el tráfico caótico que caracteriza a la ciudad.

Así, entre expresiones de sorpresa y los clics de las cámaras avanzamos por el río Chao Phraya. De repente, el paisaje cambia: las casas a nuestra derecha son sustituidas por el verde plantas de plátano, de las palmeras y de las plantaciones; a nuestra izquierda continúa la fila de casas flotantes.

Los rayos de sol y el azul del cielo, que hasta el momento tanto se habían hecho de rogar, comienzan a hacer acto de presencia. En este punto del viaje los clics enmudecen, las conversaciones no encuentran continuidad, las miradas se pierden en el horizonte. El silencio que se instala encierra un sentimiento difícil de describir, una sensación que mezcla sorpresa, asimilación y reflexión. Las 33 mentes parecen caer en cuenta de que tras más de 11 horas de vuelo se encuentran a más de 10.000 kilómetros de casa. Están en Asia, están en Tailandia.

Poco a poco empezamos a salir de ese estado de aletargamiento provocado también por las 6 horas de diferencia con la península. Aquí ya es hora de comer, la carretera acuática se ensancha, volvemos al convulso Bangkok, las megaestructuras cuyas antenas parecen rozar las nubes reaparecen a la vez que los puentes que parecen colgar de hilos.

Nuestro barco atraca justo delante de otro, este es el restaurante, un buffet libre con comida típica del país que en pocas horas nos ha sorprendido de tantas maneras.

Después de comer
La siguiente parada es Chinatown, el barrio se está preparando para recibir esta noche el nuevo año chino, el año del caballo. En los templos los creyentes encienden incienso, las calles están a rebosar de gente y zigzagueamos de una acera a la otra en un intento por captar la esencia del barrio con mayor densidad de población de Bangkok.

De vuelta al hotel tenemos por delante dos horas de tiempo libre. Algunos de los aprovechan para pasear por el mercado más cercano al hotel, otros para ir a la piscina y otros para visitar la torre más alta de la ciudad, el edificio Baiyoke.

La velada está copada de visitas institucionales. Durante la cena nos acompañan el responsable de turismo de España en Tailandia, Alejandro Pérez y la autoridad de turismo de Tailandia y director ejecutivo, en este mismo campo, de Europa, África y Oriente Medio, Cuntanet Petro One.

La embajadora de España en Tailandia, Carmen Moreno, es la encargada de poner el cierre a la primera jornada de la expedición en la capital tailandesa. Moreno conversa con los expedicionarios sobre la situación tailandesa en un debate que cuenta con la participación de la coordinadora de la UNESCO en la sección de educación para  ‘Media literacy’, Sara Gabai.

Además,  en la sala están presentes los corresponsales en Tailandia del periódico El Mundo y la agencia EFE, David Jiménez y Jordi Calvet, respectivamente. Surgen a debate temas como la situación del periodismo y la cotidianidad del oficio en Tailandia.

Cansados, entusiasmados y un poco zombies los tahinos nos vamos a dormir en una cama, con todas sus letras, después de 48 horas.