Reportajes 2005, Rumbo al Ecuador

Un paraíso rodeado de petróleo

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El Parque Natural Yasuni, situado en el corazon de la Amazonia ecuatoriana, alberga en casi un millon de hectareas, una cantidad de biodiversidad dificil de encontrar en cualquier otro lugar del mundo. Pero entre las miles de especies de fauna y flora autoctonas cada dia crece la presencia de las grandes petroleras,que ocasiona graves daños a este delicado ecosistema.

Hemos recorrido ya más de la mitad del camino. Tan sólo nos separa de nuestro destino un viaje en lancha por las turbias aguas del río Tiputini. Un puente de hierro que cruza el río Tiputini rompe la magia de las puertas de nuestro paraíso amazónico. Cuatro pares de ojos oscuros y rasgados no nos abandonan ni un instante. Una cámara de vídeo graba cada uno de nuestros movimientos. La incertidumbre, la duda y hasta un cierto miedo nos invaden. Nos adentramos en las entrañas del río Tiputini rumbo a la estación naturalista que nos acogerá en nuestra estancia en el Amazonas ecuatoriano.

Miramos alrededor: árboles ribereños, río, selva y un cómodo silencio que sólo rompen los cantos de centenares de especies de aves que anidan en la zona. Es el momento de hacer las preguntas, en un susurro, por si acaso: ¿por qué nos graban? ¿Qué significa este control a tantos kilómetros de la ciudad más cercana? Una respuesta bien simple: el Amazonas ecuatoriano es un puzzle de bloques petrolíferos, minas de oro líquido en medio de un corazón de vida salvaje. Y, entre todo ello, dos comunidades nativas: los quechua y los waoranis. Familias que hasta hace medio siglo dedicaban su tiempo al cultivo de la tierra empezaron a trabajar para las grandes empresas petroleras que ocupan el Parque Natural Yasuní. Este cambio supuso la rápida e incontrolada integración de estas gentes. Ahora dependen en gran medida de las multinacionales petroleras, que les abastecen de alimentos, vestimentas, trabajo… Todo para ganarse su confianza y su, podríamos decir, permiso para estar en la zona.Si cerramos los ojos y pensamos como puede ser el Amazonas, vendrán a nuestra mente imágenes bien definidas: una selva densa, ríos vírgenes, miles de especies de animales diferentes… pero, ¿podemos imaginar en medio de toda esta maravilla carreteras de asfalto?, ¿grandes puentes de hierro?, ¿paseos diarios de camiones llenos de petróleo? A principios de noviembre de 2005, el grito de socorro de la selva amazónica llegó a Barcelona de la mano de diferentes colectivos ecologistas. Unas decenas de personas se manifestaron delante de la embajada de Brasil en el paseo de Gracia de la Ciudad Condal para pedir el cese de la explotación del Parque Nacional Yasuní, situado en la Amazonía ecuatoriana. Desde el verano del 2005 muchas organizaciones luchan contra la construcción de una carretera en el corazón del Yasuní por parte de la empresa Petrobras, destinada a facilitar la explotación petrolífera del bloque 31. Esta carretera supone una amenaza al delicado ecosistema del Parque y la extinción de muchas especies de la zona.El pulmón del planeta se extingue a velocidad de vértigo a causa de la explotación de las grandes multinacionales del petróleo. Con la consigna “La selva muere a manos de las petroleras”, desde Barcelona se quiso colaborar en la lucha que llevan las organizaciones ecuatorianas en la zona.

Debido a que la Estación de Biodiversidad Tiputini se encuentra en el corazón de la Amazonía ecuatoriana su acceso no es fácil, no existen carreteras, los ríos son navegables pero sólo en pequeñas lanchas, ya que la cantidad de troncos y sedimentos que arrastran sus aguas no permiten la navegación de embarcaciones mayores.

Largo camino a la estación
Partiendo de la ciudad de San Francisco de Orellana, más conocida como Coca, hay que tomar una lancha y bajar durante dos horas por uno de los afluentes del Amazonas más importantes y caudalosos, el río Napo. La embarcación llega hasta las puertas de la petrolera Repsol YPF, en la pequeña ciudad de Pompeya. Una vez en el interior del recinto, primero es obligatorio pasar por los controles de seguridad de la compañía petrolera (no se pueden tomar fotografías ni llevar bebidas alcohólicas) y luego hay que subir a las ya conocidas “rancheras”, una especie de camionetas con los asientos de madera. El trayecto en ranchera dura unas dos horas más y cruza gran parte de la estación petrolífera. Una de las especies más sorprendentes que se ven durante el recorrido por carretera son unas mariposas gigantes, del tamaño de la palma de la mano abierta, de un color azul eléctrico. Sorprenden tanto en tamaño como por su belleza. De refilón, se divisa de vez en cuando alguna cabaña hecha de madera y palma. Con suerte también se puede observar la familia waorani que vive allí de una manera sencilla y, en algunos casos, con vestimentas típicas de la zona.

Una vez recorrida toda la carretera, y con el equipaje a cuestas, hay que volver a tomar otra lancha, ésta vez en la orilla del río Tiputini. El trayecto por el afluente amazónico dura un par de horas más, pero ya se puede apreciar la selva ecuatoriana en todo su esplendor. Aquí el paisaje vuelve a cambiar y puedes observar otras bellezas del lugar. Como el río es más estrecho que el Napo, se ven tortugas sobre los troncos caídos en las orillas, pájaros y especies de monos que saltan de árbol en árbol jugueteando. El sol empieza a caer y una densa neblina se extiende desde la proa de la lancha hasta donde nuestra vista alcanza a ver. Una vez superadas las seis horas de viaje desde Coca, por fin avistamos unas largas escaleras de madera que nacen de entre las turbias aguas y llevan a una plataforma que nos recuerda a un bungalow. Ya hemos llegado a la Estación de Biodiversidad Tiputini: empieza nuestra estancia en el Paraíso.

La Estación se dedica a la investigación y la educación, y es una de las zonas con más biodiversidad por metro cuadrado del mundo. En sus 650 hectáreas podemos encontrar todo tipo de hábitats ecológicos: tierra firme, bosque inundable, pantanos, lagunas y riachuelos. Paseando por los senderos selváticos se puede escuchar el canto de la oropéndola, cuyo sonido simula las gotas de agua al caer. Otra de las aves más características es el tucán, con su bello pico y su plumaje colorado y decenas de aves exóticas que no se pueden ver en ningún otro rincón del mundo.Los guías nativos tienen los sentidos muy desarrollados. De repente, detienen su paso y miran al cielo. A nuestra vista, decenas de copas de árboles, pero ellos ya han identificado la especie de simio que salta de rama en rama. Monos voladores, chorongos, monos ardilla… y muchas otras familias de primates juegan día y noche en los árboles centenarios. A veces, y para encontrar suculentas semillas para comer, los monos descienden y aunque no llegan a tocar el suelo, son más fáciles de ver. Si nos acercamos a la orilla del río, encontramos otro tipo de especies, como los tapires, semejantes al jabalí con el morro más largo, delfines rosa (una especie que habita en las aguas altas de la Amazonía), entre otros muchos. Pero si descendemos al río cuando cae la noche, observamos unos animales un poco más sigilosos: los caimanes. Con el motor de la lancha parado, acercándonos calladamente y atosigándolos con un foco, es fácil ver orillados en el lodo los imponentes cuerpos de estos reptiles, solos o en familias.

En el interior de la selva, en cambio, es en los saladeros, charcos donde los animales se purgan con barro, donde es fácil encontrar los curiosos osos hormigueros, y hasta, con muchísima suerte nocturna, algún que otro jaguar. Existen también en la zona más de 1.500 especies de árboles diferentes, desde los arbustos del limón, que dan nombre a las pequeñas hormigas limón, comestibles y muy suculentas con su sabor ácido, hasta las secuoyas, grandes árboles centenarios, y las palmas que caminan, ya que desplazan su tronco ramificado hacia la luz hasta que consiguen mover toda su base. La Estación que nos sirve de hogar está totalmente integrada en el entorno, procura dañar lo mínimo este paraje natural. La Estación de Biodiversidad Tiputini es propiedad de la Universidad de San Francisco de Quito y se encuentra dentro del bloque 14 de la Amazonía.

Dicha Estación se encuentra dentro del Parque Nacional Yasuní, que se creó el 26 de Julio de 1979 y diez años más tarde la UNESCO lo declaró patrimonio de la Biosfera. El complejo mantiene diferente vías de autoabastecimiento de agua y luz que permite un total aprovechamiento de los recursos naturales. El sistema eléctrico procede de un generador de alto alcance que suministra electricidad durante cuatro horas diarias.

No sabemos si realmente el Paraíso existe, pero si lo tuviéramos que imaginar, el Amazonas seria la primera imagen que aparecería en nuestras mentes.