Por Alexandra Socorro
Según datos del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), en Uganda siete de cada diez personas en edad de trabajar lo hacen en el sector agrícola. Esto sitúa la agricultura como uno de los principales motores económicos del país.
Además de áreas como la pesca o la agricultura, Uganda, descrita como la perla de África por Winston Churchill, se ha consolidado como un destino turístico. Las cifras del portal Datos Macro, experto en análisis de variables económicas y sociodemográficas por países y regiones, situaban al país en el año 2018 como el 105° del mundo en recepción de turistas.
El sector turístico emplea a un gran número de personas que viven en Uganda. De hecho, Rafa Martín, CEO y cofundador de la agencia de viajes Rift Valley, especialista en viajes de largo recorrido por África, asegura que el turismo «no es ni bueno ni malo. Todo depende del tipo de turismo que se promueva y, si crea puestos de trabajos y no es agresivo con el medio ambiente, no tiene por qué convertirse en algo malo».
Un turismo sostenible
La organización Greenpeace en su informe ‘Dar la vuelta al sistema’ asegura que la realidad del sector turístico «hay que abordarla por su impacto medioambiental negativo». Esto se debe, por lo que explica la entidad medioambiental, «a las consecuencias que tiene su elevado consumo de suelo, agua y energía«.
En Uganda el turismo se relaciona, principalmente, con parques nacionales y naturaleza. El país, que según el portal turístico African Gorilla Tour recibe a más de un millón de viajeros cada año, cuenta con un total de diez parques nacionales entre los que se encuentra el Budongo Forest, dedicado sobre todo al estudio de los primates. El sitio recibe cuatro grupos de turistas al día de entre 7 y 10 personas. Además, en palabras de uno de los rangers del parque, en Budongo Forest «reciben muchos viajeros porque es uno de los lugares más seguros». Asimismo, considera que los visitantes «no suponen ningún peligro para la naturaleza y las especies del parque».
Reconoce que con el paso de tiempo el espacio natural ha experimentado cambios para adaptarlo al turismo: «La organización y la seguridad se han mejorado para que haya una buena movilidad y los viajeros puedan disfrutar de las actividades».
Preservar el entorno
Las cifras de Datos Macro muestran que, en 2018, el número de turistas que se desplazaron hasta Uganda fue de 1.505.000. En comparación con el año anterior, esto supuso un aumento de visitantes del 7,35%.
«El turismo puede preservar el entorno, pero debe ser respetuoso y no masificado», sostiene Rafa Martín y agrega que, además, «es una salida profesional para toda una generación».
En el caso de Rift Valley, «se contrata a gente local y se crean puestos de trabajo». De esta forma, asevera el cofundador de la agencia, «parte del dinero que un turista paga para viajar a Uganda revierte en los sueldos de los locales».
Uno de los beneficios principales del sector turístico, opina Rafa, es que evita
la caza furtiva: «Durante el covid se cerraron los parques nacionales, pero incrementó el furtivismo«. Sin embargo, «con los sueldos que se pagan gracias al dinero de los turistas se evita la caza porque tienen dinero para la comida», cuenta Martín.
«Una gota de agua en el mar»
Los datos del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola señalan que en Uganda una de cada cuatro personas vive en condiciones de extrema pobreza. El turismo, pese a que emplea a un sector de la población, «no es el salvaguarda de todos. Es una gota de agua en un mar», señala Rafa Martín.
Para el cofundador de la agencia Rift Valley, la clave está en «ser respetuosos y transmitirlo». El turista «tiene una responsabilidad» y, desde su punto de vista, en el viaje debe haber «una parte de conservación. No todo es sinónimo de beneficio económico».