Edición Noticias 2024, Uganda

La (in)seguridad en el santuario de los rinocerontes 

Por Clara Aymerich

Al llegar, los rangers nos reciben con un rostro cálido que se mantiene intacto e inamovible durante el resto de ruta.»Queremos entrar y salir con la misma sonrisa», nos dice después de indicarnos las normas de seguridad básicas. 

En el santuario de Ziwa conviven libremente 42 rinocerontes. Los rangers son los encargados de velar por el bienestar de estos animales, su relación de interacción se ha formado basada en el respeto mútuo. El rinoceronte marca los límites, son los dueños del lugar. Por eso, el ranger se pone nervioso al ver que el gran grupo no responde a la velocidad deseada. «Si digo que nos movemos, nos desplazamos rápido», pronuncia firmemente a la vez que señala el camino a seguir. Durante dos horas, el ranger se encarga de solucionar todas las dudas alegremente, transpirando pasión por su trabajo en cada conversación. Nos explica cómo han llegado a desarrollar un lenguaje exclusivamente auditivo para comunicarse entre los guías: «De esta forma no asustamos a los rinocerontes». El ranger simula el ulular de un pájaro; segundos después recibe una señal de respuesta desde la lejanía. El lenguaje es eficiente; se han entendido. 

Su uniforme imponente se contrapone a su aura relajada. Los rangers actúan en múltiples sectores de la sociedad y son un puntal imprescindible para el buen funcionamiento del país. «Es completamente necesaria una formación militar en este campo, los rinocerontes se enfrentan a muchos peligros constantemente», dice. No solo se encargan del control del territorio sino que también controlan los peligros que aparezcan dentro de sus límites. «La mayor amenaza para los rinocerontes es el hombre». Porque aunque el ranger asegura que desde la fundación del santuario, en 2005, no han habido incidentes de este tipo, los rinocerontes se encuentran en el punto de mira de la caza furtiva, a la creencia de que el polvo de su cuerno cura el cáncer y tiene propiedades afrodisíacas. En el santuario, por lo tanto, se encuentran protegidos gracias a la gran labor de los rangers, quienes se muestran satisfechos del papel que juegan en la cadena de conversación de la fauna salvaje: «Me he encontrado a mí mismo y me ha hecho ser mejor».