Por Alexandra Socorro y Júlia Álvarez
En Hoima, una región del oeste de Uganda, se encuentra la localidad de Kibiro, un pueblecito de pescadores que compatibiliza su actividad principal con la extracción de sal.
Este pueblo, localizado a las orillas del lago Alberto, dentro del gran valle del Rift, recibe a turistas, generalmente españoles según la agencia de viajes Rift Valley, para que sean testigos del día a día en la localidad. Les acompaña Richard, un periodista ugandés original de Kibiro. Estudió en Kampala, la capital del país, pero actualmente reside en su lugar de origen. Ahora trabaja en el sector turístico. “Me dedico a esto porque conozco la historia, la actividad de mi pueblo y amo el turismo”, explica Richard. Además, compagina esta labor con la ganadería y la agricultura.
Él mismo se autodefine como un turista: “Me gusta viajar a diferentes lugares para estudiar, conocer y disfrutar”. En Kibiro, él es encargado de presentar su pueblo. No deja el periodismo atrás y tiene intención de seguir formándose en el ámbito. Aunque asegura que “no hay libertad de expresión en el país y el gobierno no invierte mucho en esta profesión”, tiene esperanzas de un cambio.
Desde su punto de vista, la clave para potenciar el periodismo en Uganda está en “conseguir que la población se enamore de la industria del periodismo”. Sin embargo, reconoce que esto no es fácil, ya que los medios locales compiten con dificultad con los internacionales. En su caso, disfruta más cuando se dedica al turismo porque tiene la opción de conocer a gente de otras países y “hacer nuevos amigos”.
Durante el tour enseña las aguas termales que están a una temperatura que oscila entre los 60 y 100 grados centígrados. A modo de prueba, cocina en diez minutos tres huevos duros. En ese tiempo, Richard expone la creencia popular de que un espíritu junto a una cobra y un leopardo se pasean por la zona durante el mes de junio.
Richard conduce al grupo hacia un terreno de barro. Una mujer cava en la tierra hasta encontrar las aguas salinas. A partir de ello, llevará a cabo todo un proceso manual hasta obtener la sal. Es la herencia que le dejó su madre y, probablemente, la que ella le dejará a otra generación.
Tradición, naturaleza y comunidad son los tres aspectos que Richard destaca de su localidad. Él se ha convertido en un puente entre Kibiro y los visitantes.