Cuenta una antigua leyenda de la selva amazónica que, en un anochecer de cielo estrellado, Tahina-Can, la «estrella grande», bajó del firmamento para enseñar a la nación carajá el modo de plantar maíz, ananá, mandioca y otros muchos cultivos que desconocían. De este modo, la «estrella grande» o «lucero vespertino» guió a este pueblo amazónico hacía un porvenir más próspero.
Partiendo de esta leyenda y recuperando el sentido de «guía» y «referencia» que Tahina-Can posee entre los pueblos del Amazonas, nuestro proyecto recupera su nombre en homenaje a este mito y a los valores que representan los pueblos indígenas que actualmente pueblan la región amazónica.