Noticias 2013-2014, Tailandia

Todo por unos céntimos

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Al principio de la larga escalinata del templo Doi Suthep se sienta una niña. No pasará de los cuatro años y va vestida con un traje típico tailandés: una camisa y una falda de rayas de colores y un sombrero con adornos colgando

Parece que no le gusta cuando la gente la coge para hacerse una foto. Pero permanece allí, con el rostro serio, y recoge el dinero que le dan los turistas. Pobre niña, pensarán, pero que bonita, hagámonos una foto con ella. La niña, cansada, en un momento se acerca a una señora, tal vez su madre, que vende pulseras, bolsos y pañuelos, se dicen algo y la niña vuelve a la escalera. Se sienta de nuevo, mirando al suelo y deja que le sigan haciendo fotos.

 

Una chica rubia y de piel clara se para en uno los puestos de un mercado nocturno de Bangkok. Al principio, parece interesarse por unos bonitos pañuelos, pero no le convence la idea y se dispone a alejarse del tenderete. Las mujeres del puesto no han conseguido llamar la atención de la turista lo suficiente. Pero antes de que la chica rubia pueda seguir su paseo por el mercado, una niña de unos diez años le agarra del brazo. Le enseña todo lo que tienen enel puesto, le sonríe y no la suelta. La niña sabe que la turista no puede marcharse sin comprarnada y se esfuerza al máximo para conseguir endosarle algo, lo que sea y al precio que sea.

 

Estos son reflejos de la Tailandia que vive del turismo fácil y barato. Por decirlo de otramanera, de un país que se prostituye por mantener el negocio. Es la Tailandia que vendecualquier cosa por bien poco.  Aunque es un país con muchos encantos –sus templos, sus paisajes, su tradición–, desde hace años ha fomentado un modelo de turismo que lo permite todo por conseguir unos céntimos. El gobierno sabe que niñas y mujeres vestidas con ropas tradicionales gusta a los visitantes, por ello lo promueven, como es el caso de las mujeres jirafa.

 

Parece que no hay límites morales para quienes defienden este tipo de turismo, aprovechando la necesidad de quienes no tienen otra manera de ganarse la vida. Pero parece que tampoco hay límites morales en quienes viajan al país, pues queda muy bien volver a casa habiéndose hecho una foto con un niño tailandés o con una señora con un largo cuello, sin saber si realmente querían hacerse esa foto. El límite lo marcan quienes controlan el país, pero también lo marca quienes viaja al país. Mientras haya turistas dispuestos a dar unas monedas por hacerse una foto con una criatura, seguramente habrá quien se deje hacer la foto.