Reportajes

Cristalinos europeos y africanos: impacto y tradición

Por Nàstia Mas

Salta por encima de las vacas reiteradamente. A ver cuánto aguanta. Cómo de valiente es. Él es hamer, y hoy celebra el Ukuli Bula o salto del toro, el paso a la edad adulta. Está listo para casarse y hacerse cargo de una familia. Esta ceremonia se celebra con un cinturón de turistas alrededor. Pagan 1000 birs -la moneda nacional, que equivale a 16 euros- y acceden. Se sitúan por todo el espacio disponible, bien cerca del ritual.

Pero pongamos marcha atrás. Primero, los locales se visten con una pintura en la cara realizada con arcilla, aparte de los collares, peinados y accesorios que cubren su cuerpo. En un círculo, lo rodean los turistas. Uno de ellos irrumpe en el espacio que estos mismos han precintado de manera imaginaria para no asaltar la escena. Sitúa la cámara a menos de un metro de los protagonistas, de manera invasiva.

Otros de los visitantes presencian los bailes de las mujeres, a través del cual se llaman a la ceremonia. Visten con brazaletes, collares y unos peinados formados con trenzas y tintados de arcilla. Cantan sus tradicionales cantos de manera aguda. Ellos admiran, miran y observan aquello tan diferente del mundo europeo.

Después, se trasladan a una explanada en la que se realiza el salto de vacas. El camino se convierte en un desfile encabezado por los locales y al que le siguen diferentes comparsas de turistas. Andan a su paso con la confianza de aquél que se mueve por su tierra. Detrás, la masa de turistas que, de manera indecisa, piensan en la mejor manera de andar por esos terrenos montañosos e irregulares sin tener ningún accidente.

Y empieza aquello que todos esperaban. Ese terreno montañoso se convierte en un engranaje de sensaciones. El hamer que realiza el paso a la edad adulta se concentra y salta desnudo una decena de vacas de manera consecutiva. Pasa por encima. Una se estremece y los locales deben forzarla para realizar de manera ininterrumpida la ceremonia. El público se sienta en el suelo para presenciar el «espectáculo», que vive con una mezcla de impacto y angustia derivada de una cultura diferente. Mientras vendedores ambulantes, miembros de la tribu, tratan de generar algún ingreso más a través de la oferta de pulseras y collares. El espacio se convierte en: una reunión de los miembros de la tribu, un lugar de negocios y un espectáculo para los turistas.

Además, los visitantes se impactan cuando ven las espaldas de las mujeres. Sangre. Cicatrices. Dolor. Para ellas, es una muestra de valentía ante los hombres. Para los turistas, una muestra de violencia. Tratan de comprenderlo, pero sin darle apoyo.

En conjunto, elementos diversos que generan alerta al espectador, el ansia de fotografiarlo todo y el sufrimiento que los locales no perciben; es un choque cultural.