Por Laura Ruiz Sancho
Hatise es madre de seis hijos. Pertenece a la etnia dorze y vive en las montañas de los lagos Chamo y Abaya, cerca de Arba Minch. Su casa está llena de humo. Hatise es una de las 74 millones de personas etíopes que no puede simplemente encender la luz o la vitro para cocinar. Su familia depende del fuego.
“Solo el 40% de la población etíope tiene electricidad”, asegura Endo, guía etíope de Rift Valley. Según los últimos datos del Banco Mundial (2021), el dato difiere entre el sector urbano, donde casi la totalidad de la población tiene servicio, y las zonas rurales, donde únicamente el 42,8% de la población tiene acceso. A nivel general, solo el 54,2% de la población etíope tiene electricidad.
El gobierno etíope ha decidido aprovechar el agua del Nilo Azul para generar energía. El ministro de exteriores del país explicó en 2021 que esta acción “trata de sacar a millones de personas de la pobreza y cumplir sus necesidades de energía, agua y comida”. Aseguró también que Etiopía está en su legítimo derecho de utilizar los recursos hídricos sin violar ninguna ley internacional y sin causar un daño significante.
Sin embargo, Egipto y Sudán opinan distinto sobre este último punto. El 96% del consumo híbrido de Egipto depende del Nilo. El país ya vive una situación de escasez de agua. El consumo anual por habitante es de 500 metros cúbicos, cifra que representa la mitad del umbral definido por la ONU como ‘estrés hídrico’. Además, si añadimos el poder simbólico del Nilo para la historia del país, por supuesto, los egipcios tienen miedo de quedarse sin agua por culpa de la presa que construye Etiopía. Por su parte, Sudán está preocupado por el funcionamiento de sus propias presas y estaciones hidroeléctricas.
El Nilo es el segundo río más grande del mundo. El 80% de su caudal proviene del Nilo Azul, que nace en el lago etíope Tana. Nilo Azul y Nilo Blanco se unen en Jartum, capital sudanesa.
En 2015, los tres países firmaron una Declaración de Principios. No obstante, Sudán y Egipto han denunciado que Etiopía está llenando la presa de forma unilateral. La disputa está ahora en las condiciones de llenado de la presa. Etiopía quiere llenarla lo más rápido posible, pero sobre todo Egipto teme que esto deje a su población sin agua. El historiador David Buxton estima que desde la dinastía Zagwe (1137-1270) los gobernadores egipcios temían la posibilidad de que Etiopía manipulase el Nilo y provocara la sequía del país.
El Cairo y Jartum piden la mediación de Estados Unidos, la Unión Europea y Naciones Unidas, pero Adís Abeba considera que pueden resolverlo solos. Actualmente, la Unión Africana se encarga de mediar en la disputa. Aunque Donald Trump propuso un acuerdo sin éxito. Etiopía acusó a Washington de favorecer a Egipto.
El proyecto denominado Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD, por sus siglas en inglés), con una capacidad de 74 millones de metros cúbicos, comenzó su construcción en 2011 y fue inaugurada en 2020, de acuerdo con los medios de comunicación estatales de Etiopía, debería terminar de llenarse este año.
El dictador etíope Mengitsu Haile Mariam, en 1978, fue el primero en proponer la construcción de presas en el Nilo Azul. El entonces presidente egipcio, Anuar Al Sadat, amenazó incluso con tomar acción militar. Además, filtraciones publicadas por WikiLeaks aseguran que el país de los faraones llegó incluso a sabotear barcos que transportaban piezas para la construcción de las presas.
Bajo la mediación británica, en 1959, Egipto y Sudán se repartieron el caudal del Nilo: el 75% le correspondería a Egipto, mientras que el 25% restante sería para Sudán. Por supuesto, este tratado bilateral no ha sido reconocido por Etiopía ni ninguno de los países de la cuenca del sur.
Etiopía es un país rodeado de países complejos a nivel geopolítico: al norte, Eritrea ha sido incluso comparada con Corea del Norte; al oeste, Sudán inició recientemente una guerra civil; al sureste, Somalia está dividida en Somaliland y un Estado fallido amenazado por el grupo yihadista al Shabab… A todo esto, debemos añadir Egipto, amienemigo histórico del país, del que toma la fe dominante cristiano ortodoxa, pero por el que es amenazado periódicamente por el control de las aguas de Nilo.
No parece cercano el final de lo que ya se conoce como «guerra del agua».