Diario de Ruta 2023, Etiopía

Un día con los Dorze, entre la tradición y la unión

Por Ariadna Gombau

La expedición ha amanecido este lunes en Wolayta. El hotel en donde nos hospedábamos, el Lewi Resort, estaba vigilado por militares, detalle que nos ha sorprendido. Alrededor de las nueve se ha realizado la primera reunión para presentar los proyectos de cada grupo (redes sociales, fotografía y prensa). Una vez terminada, hemos puesto rumbo a Dorze. 

Durante el trayecto, uno de los vehículos ha sufrido un contratiempo: un pinchazo ha provocado una parada inesperada, pero un tanto divertida. Mientras el conductor cambiaba la rueda, los expedicionarios no hemos perdido el tiempo. Acompañados de una música animada y con tonos un tanto desconocidos para nosotros, se ha formado un círculo en el que hemos bailado con la gente del poblado. 

El paisaje ha cambiado respecto al de ayer. Se ha vuelto más árido, ya no predomina el verde, ahora se añade el marrón, se torna más seco. Además, también hay numerosas plantaciones de falso plátano. Este último detalle repercute en la oferta de las tiendas y paradas ambulantes de los alrededores, tintadas del color amarillo de dicha fruta.

Pasada la una del mediodía, se ha realizado la parada para comer. No obstante, hemos retomado rápidamente el viaje con un claro objetivo: acercarnos a la zona Dorze. Llegados a dicho lugar, nos hemos paseado por el mercado. Especias, verduras, ropa y calzado ocupaban la mayor parte de tenderetes.   

Después, nos hemos adentrado en un poblado, en el que hemos podido apreciar, tanto por dentro como por fuera, las casas construidas con caña de bambú. En este mismo lugar, nos han mostrado cómo se cocina el falso plátano, desde el momento en que se extrae el bambú hasta la forma en cómo se consume. Cortado a trocitos y acompañado de una salsa de miel y otra altamente picante, hemos probado el alimento característico del poblado. Al final, nos han ofrecido un chupito de aguardiente. 

Para cerrar el día, los dorze nos han permitido apreciar sus danzas y melodías acompañados de una gran hoguera. Queda claro que con poco se puede ser feliz, sus caras lo decían todo. La comunión entre los miembros del poblado era total y digna de admirar. Después de cenar, hemos partido hacia el hotel para descansar.