Noticias 2009, Ecuador

Atrapados en el Napo

DSC_0501copia.jpg
 Cuatro canoas trasladaban a los expedicionarios desde Misahualli al interior de la selva de la Amazonía ecuatoriana. El río Napo, afluente del Amazonas, era la vía por la que navegarían las embarcaciones.

 

Las canoas 1, 2 y 4 llegaron a la hora prevista al campamento. Sin embargo, los expedicionarios de la última barca no arribaron a su destino. Se hizo de noche y seguían sin aparecer. Nadie tenía noticias de ellos…Todos estaban preocupados… ¿Qué les habría pasado?

"Una odisea" vivió Meritxell Martorell, una de las expedicionarias de la canoa 3. Ella, junto con sus compañeros de travesía llegaron una hora y media más tarde de lo previsto al campamento. Según explicó, los 24 tripulantes de esa embarcación se habían quedado atrapados en medio del río Napo, dado que la barca había encallado. "Anochecía y seguíamos en medio del río sin movernos ni hacia adelante ni hacia atrás" contó a su llegada a la selva la catalana Andrea Chordi, quien confesó que estaba "atacada".

Y es que conforme pasó el tiempo, las diferentes tonalidades de verde que caracterizan a la Amazonía dejaron de verse y fueron suplantadas por la oscuridad más absoluta. Fue entonces cuando los nervios y el miedo se apoderaron de los pasajeros de la barca perdida. Durante los primeros instantes, los tripulantes se mantuvieron en silencio a la espera de que el conductor de la barca consiguiera sacarlos de aquella situación. Sin embargo, los minutos pasaban y nada cambiaba, por lo que la tensión iba aumentando y el pánico comenzaba a apoderarse de algunos de los expedicionarios.

Fue entonces cuando el catedrático de la UAB, Pere Oriol Costa, el miembro más veterano de esa tripulación tomó el mando de la situación para intentar aportar calma al resto de expedicionarios. Oriol habló con el conductor de la barca y juntos establecieron una estrategia para intentar buscar una solución al aislamiento de los tahinos en medio del Napo.

Se barajaron varias opciones; entre ellas se pensó el quedarse a dormir en la barca a la espera de que subiera la marea. Después se llegó a la conclusión de que tal vez era mejor que todos bajaran de la barca hasta llegar a la orilla más cercana, para pasar la noche allí puesto que quedarse en medio del río podía ser peligroso. "La seguridad de los expedicionarios está por encima de cualquier cosa" anunció en voz alta Oriol a los presentes.

Finalmente, pudo establecerse comunicación entre el conductor y los guías de las demás canoas que esperaban preocupados en el campamento. Tras explicar un poco la ubicación en la que la embarcación había encallado, varias personas acudieron al rescate. Así, a los pocos minutos, cuatro guías quechuas llegaron hasta el lugar y poco a poco los tripulantes salieron de la canoa y, luchando contra la fuerza de la corriente, llegaron a la orilla del río, donde Santiago Tejedor y Adrián Olmo hacían las funciones de faro para iluminar a los recién rescatados de su particular odisea.

Por suerte, la canoa había quedado encallada a unos 200 metros del campamento. "No sabíamos que estábamos tan cerca. De lo contrario no hubiéramos tenido tanto miedo" manifestó Jazmina Ferreira, quien confesó que "consiguió mantener la calma observando el cielo estrellado de la selva". Otros aprovecharon la aventura que estaban viviendo para erigirse en verdaderos periodistas y recoger en director las impresiones y emociones de sus compañeros.

Después de más de 50 minutos atrapados en el Napo, los expedicionario llegaron a tierra firme. Entre ellos estaba Pere Oriol, quien consiguió gestionar la difícil situación manteniendo la calma al guiarse por su propia reflexión: "El miedo es libre, pero lo importante es superarlo".