Javier Nart entró en la sala con mirada seria y concentrada. Unas 200 personas esperaban ansiosas a que cogiera una bocanada de aire y empezara el relato de su vida como periodista y corresponsal. Él, por su parte, se sentó tranquilo y comenzó la conferencia citando la canción de Rubén Blades: “Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas”. Y tantas de ellas esperaban al público que ayer se congregó en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAB y que vivió atento y expectante cada historia, cada anécdota y cada palabra que decía el invitado.
“La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero que no se matan”, apuntó el invitado. Javier Nart recuperó estas palabras de Erich Hartmann para iniciar un recorrido de casi 2 horas por los principales conflictos de los que ha sido observador y transmisor: Desde el Líbano hasta Irán pasando por Sudán y Nicaragua. <!–[if !supportAnnotations]–><!–[endif]–>
El silencio y la tensión reinaron en el ambiente cuando Javier Nart recuperó de su memoria una escena conmovedora. Tal como la narraba parecía estar sucediendo allí mismo. Detalle a detalle y, con sentimiento, explicó un bombardeo sufrido en el Líbano, en un campamento donde entrenaban a niños para ser militares. “Refugiados en un cuarto, noté como me tomaban el dedo, yo lo retiraba, lo volvían a coger, lo volvía a retirar, lo volvían a coger… era un niño de 5 años que me miraba y lloraba en silencio. No comprendía porque lo querían matar pero entendía que podía morir”.
Narrando la vida de los corresponsales de guerra, contó también la parte política de los conflictos: el control sobre los movimientos de los periodistas, que no pueden recorrer el país con libertad. “Desearía que los políticos olieran y vieran 10 minutos de guerra para aborrecerla y respetarla como lo hago yo”, añadió. El experto acabó concluyendo que la guerra jamás es un “espectáculo”, sino la “barbarie más profunda”.
La guerra despierta muchos sentimientos y sensaciones. Cuando un joven periodista de la sala le pregunta sobre sus sensaciones durante las estancias en los conflictos, Nart explica a media voz: “Tenía miedo de cerrar los ojos y dormir. Me pasaba horas bajo la ducha hasta que veía salir el Sol. Es entonces cuando me dormía”.
Periodista completo: fotógrafo y corresponsal
Javier Nart se autodefine como un mixto entre fotógrafo y corresponsal. Hay fotos que no deben hacerse, no se puede robar el momento de dignidad ajena. Él fue testigo de un fusilamiento: “Su mirada me entró por el zoom. Hubiera sido una buena foto, pero no la hice”.
Con un tono ya más distendido, Nart confesó: “Mi contribución a la corresponsalía de guerra fue el chaleco de pescador”. “Todos se reían de mí cuando me vieron con el chaleco lleno de carretes, el flash… pero yo corría mucho más rápido que ellos, porque no llevaba la bolsa con el equipo al lado, dándome golpes”.
El consejo a los futuros periodistas
Nart abogó por enfrentarse a los libros y textos para escribir y entender los países. Se debe mantener el sentido de la ética para ejercer la profesión. “Hay que ir más allá del atentado, de la bomba o del bombardeo. Más allá de la anécdota está la categoría”.
Periodista, abogado, fotógrafo de guerra, aventurero, viajero, valiente, profesional. Javier Nart nos mostró ayer un poco más sobre el periodismo, un poco más sobre la guerra, nos dejó descubrir un poco más a Javier Nart.
Finalizó su intervención declarando que para él uno de los mejores periodistas de guerra era Vicente Talón, el próximo conferenciante de “Tardes de Aventura Periodística”. La cita será este próximo lunes 20 a las 18.00 de la tarde en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAB.
