Por Carolina Gramunt
“No entiendo que a la gente les dé asco, no hacen daño a nadie”. Así de contundente se expresaba M., una joven egipcia, al ser preguntada por la concepción que tiene la sociedad de su país, Egipto, acerca de la homosexualidad. Pero analicemos la frase. Asco. A la mayor parte de la población les produce asco ver a una persona del colectivo LGTBI+. Es decir, un ser humano siente rechazo hacia otro por el simple hecho de ser quien es y amar a quien ama. Disculpen mi insistencia, pero me cuesta asimilarlo.
Asco es que una persona tenga que huir de su país de origen por su orientación sexual. Si bien es cierto que en Egipto no está penada la homosexualidad, sí que hay que saber que la presión social puede ser en sí misma una condena. Contextualicemos: todos los hombres que tengan hermanos varones y un padre menor de 60 años están obligados a servir al ejército tras acabar sus estudios. Pero – siempre hay algún pero, valga la redundancia- a los hombres gays no se les permite acceder al cuerpo militar, lo cual supone una deshonra para la familia. Y no solo supone una herida en el orgullo, sino que estos hombres van a tener serios problemas para conseguir trabajo, sea del sector que sea – no solo el militar-. Ahora sí, volviendo a la primera frase, se ven obligados a irse de su país para conseguir un trabajo y poder vivir en libertad. M. se lamenta ante esta situación: “Me da pena que se tengan que ir del país porque son seres humanos como todo el mundo”.
Como todo en esta vida, siempre hay una parte positiva. No me refiero a un tópico motivacional, sino a encontrar un haz de luz que dibuje el camino que hay que seguir. ¿El qué? La respuesta me la ha dado, de nuevo, M.: “Los jóvenes cada vez tienen la mente más abierta y lo aceptan cada vez más. De hecho hasta hay activistas por los derechos LGTBI+ concienciando a través de las redes sociales”.
Es evidente que queda mucho camino por recorrer, pero lo importante es dar el primer paso. Nunca se escribió un final feliz sin haber sufrido antes para escribir la primera palabra.