Por Ainhoa Campaña
El delta del Nilo ha perdido en las últimas cuatro décadas cinco de los siete brazos que desembocan en el mar Mediterraneo. Rosetta y Damieta son ahora los únicos encargados de verter su agua.
Debido a la construcción de la gran presa de Asuán, este paraje natural corre el peligro de desaparecer, ya que los sedimentos que arrastra se quedan estancados en el lado contrario a la desembocadura. De esta manera, las tierras cosechadas a orillas del Nilo son cada vez menos fértiles. Esta construcción, de más de 3.000 metros de longitud, supuso el cambio para los ciudadanos egipcios porque terminó con las inundaciones causadas por las crecidas del río. Pero, a largo plazo, está provocando serios daños a su principal fuente de recursos.
El cambio climático también es un riesgo importante para este delta. A pesar de ser uno de los más grandes del mundo, durante los últimos años el agua salada ya ha invadido 70 kilómetros del total de su superficie. Hecho que está provocando la desaparición de los peces en la zona.
Con esta situación, el gobierno ha desarrollado un plan alternativo para los habitantes de la región. El proyecto Toshka pretende crear un canal subterráneo que desvíe agua del Nilo hacia zonas del desierto para que, de esta manera, se obtenga un río paralelo que permita crear asentamientos en zonas antes deshabitadas, según informa el egiptólogo David Rull. Aunque, él mismo explica que la iniciativa tiene dos grandes inconvenientes. El primero hace referencia a la utilización de fertilizantes artificiales debido a la falta de nutrientes del agua desviada. Pero, el más importante es que las tierras desérticas no están preparadas para ser cultivadas y, con el paso de los años se irán salinizando hasta convertirlas en inservibles.