Noticias 2012, Marruecos

La Gran Duna vs Sandra

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Son las seis de la mañana y los tambores resuenan, es hora de despertarse. Solamente cuatro horas y estaba extremadamente cansada, que junto con mis ojos rojos y vidriosos, parecía un alma en pena por el desierto, no exagero... aunque al salir de la haima, observo que no soy la única. Tahina Can no son vacaciones. 

 

Era hora de subir a la colosal duna. Ayer la vi por primera vez, y pensé que sería pan comido, así que me dirijo hacia ella, como el resto de los expedicionarios, aún de noche, con las estrellas alumbrando la travesía.

Estoy frente a ella, las expectativas en ese momento, estaban cayendo a pasos agigantados, y eso que  aún no había empezado a subir… es enorme. Respiro profundamente y decido enfrentarme a ella con gran motivación, a pesar de todo.

La sensación al andar es extraña, es decir, caminas diez pasos pero verdaderamente, solamente avanzas como si fueran cinco. Veo que casi todos mis compañeros, me van adelantando con gran facilidad. En este momento es cuando más me arrepiento de no practicar más deporte.

Sofía, una expedicionaria, bastante animada en la marcha hacia la cima, me contagiaba su sentimiento y energía para avanzar, pero a pesar de sus esfuerzos, no surgían efectos.

Pude observar, ya con los primeros reflejos del sol, que algunos tahinos ya estaban casi llegando. Mi sensación era de falta de aire y frío, por lo que creí que la mejor opción era sentarme unos minutos para descansar y después seguir, sin embargo, esto no soluciona nada, ya que al subir con gran dificultad unos cuantos metros más hacia arriba, pienso que el sitio donde me encontraba, no estaba tan mal para observar el espectáculo natural.

Junto con Claudia y Miriam, nos sentamos en la fina arena, la sensación era parecida a estar sobre un bloque de hielo, haciendo más duro el momento.

Mientras como mi "abundante" desayuno ( dos barritas energéticas), se pueden ver los primeros rayos de sol, aquí pienso que merece la pena subir, aunque sea un pequeño tramo, porque la vista en esos momento era simplemente impresionante.

Cuando el sol había salido completamente de aquellas montañas de fina arena, iniciamos la marcha hacia abajo, y fue,  cuando me reía de quienes se encontraban en la cima.

Descender es mucho más fácil por lo que en pocos minutos, estoy de nuevo frente a la gran duna, esa que por lo menos a mí me supuso un desafía…pudo conmigo.