Samarcanda, también conocida como “el lugar de las convergencias, los encuentros”, fue el destino de numerosas personalidades relacionadas con el mundo de la cultura, como son el mercader y viajero Marco Polo, el poeta Omar Jayyam, el astrónomo Mirzo Ulugbek y el poeta Alisher Navoi, entre otros. De ahí que esta ciudad, incluida en la Herencia Mundial de la UNESCO, sea una cita clave en el itinerario de los tahinos.
Tras desayunar y reponer parte de la energía que algunos perdimos en una larga noche de divertimento, el Observatorio de Ulugbek ha sido la primera visita de los expedicionarios en este viernes de julio. Es en esta construcción del siglo XV donde hemos podido conocer el lugar en el que el científico desempeñaba sus prácticas astronómicas, gracias a las cuales pudo escribir el catálogo del movimiento de 1018 estrellas. Lo hacía muy al pesar de su madre, quien creía que “el mundo no se conquista con libros sino con armas y lucha”.
Justo delante del Observatorio de Mirzo Ulugbek se encuentra el museo del mismo. Numerosos objetos pertenecientes al científico nos han trasladado al siglo XV y nos han aclarado parte del método de trabajo que desempeñaba el nieto de Timur.
La siguiente visita a la que hemos asistido ha sido la Mezquita Bibi-Khanim. La mezquita fue construida entre los siglos XIV y XV como regalo de Amir Timur a una de sus esposas, Bibi-Khanim. En el siglo XV, las dimensiones de la construcción la coronaron como la mezquita más grande de Asia Central. Sin embargo, sus dimensiones no le permitieron soportar el terremoto que la ciudad de Samarcanda sufrió en 1907. De ahí que el estado se embarcara en tareas de reconstrucción de su arquitectura hasta rehabilitarla al cien por cien.
Los expedicionarios hemos continuado nuestra jornada dirigiéndonos a la siguiente cita del día: la Plaza Registan cuyo significado es el de “lugar de mucha arena”. Lo hemos hecho caminando por la calle Tashkent, vía que une Registan con el mercado y que conformó una de los puntos comerciales más importantes de la Ruta de la Seda. En esta plaza central de Samarcanda, los tahinos hemos podido fotografiarnos con las tres madrazas que la conforman: la madraza de Ulugbek, la de Sher-Dor y la Tillka-Kari. Hemos encontrado el conjunto arquitectónico en obras, hecho que nos ha puesto en la piel del turista que visita por primera vez la Sagrada Familia. El punto y final de la visita ha sido la fotografía grupal de nuestra expedición.
La hora de comer ha supuesto un toque tradicional a la jornada de la “ciudad de las cúpulas azules”. Así pues, los tahinos hemos tenido la oportunidad de aprender la receta del mítico plov uzbeko y de gozar de la gastronomía local en una casa particular.
Las horas libres de la tarde se han ocupado de diversas formas por parte de los expedicionarios. Mientras unos disfrutaban de un baño en la piscina del hotel, otros pulían sus artículos del día o bien daban forma a sus trabajos multimedia.
El fin de la jornada lo ha puesto la cena en un bonito restaurante en el que hemos podido disfrutar de una comida más mediterránea y de las conversaciones de nuestros compañeros, tertulias que no cesan a pesar de las pocas horas dormidas y de las muchas horas de sueño.