Por Carlota Palma
Michael Sultan está orgulloso de ser etíope. Viene a visitar a su familia a Addis Abeba seis semanas al año, cuando tiene vacaciones del trabajo. Vive en Dallas (Texas, Estados Unidos), donde ejerce como ingeniero informático. Hizo la carrera en su ciudad natal, llegó a Estados Unidos para hacer el máster y ya lleva cuatro años ahí. Aun así, esta orgulloso de ser etíope.
Prefiere que lo llamen por el diminutivo americanizado Mike, porque Michael es el nombre más común de su país. Durante las cinco horas de vuelo que transcurren entre Estambul y Addis Abeba, Mike disfruta explicando curiosidades y características de su país. Dice que el sur del país sorprende mucho, que hay muchas formas de vivir y comer diferentes. Se le dibuja una sonrisa en la cara cuando habla de la diversidad cultural de la antigua Abisinia.
Mike viene de una familia de empresarios. Su padre y sus hermanos tienen varios negocios (aunque no especifica cuáles), y no se plantean mudarse a América con él, a pesar de que el año que viene lo visitarán. Su familia vive bien en Etiopía, y también están orgullosos de ser etíopes.
Aun así, él no volvería a su país natal. Está muy orgulloso de ser etíope, pero se presenta como “Mike, de Dallas (Texas)”. No explica lo orgulloso que está de su país hasta que no está a punto de aterrizar.