Emulando a Huckleberry Finn, los 4 grupos de expedicionarios experimentaron cómo se sintió el personaje de Mark Twain bajando por el río en una balsa de madera, pero en este caso, el Mississippi fue sustituido por el río Napo.
En el corazón del Amazonas, los tahínos subidos sobre plataformas de troncos de madera de balsa, iniciaron el descenso, marcado por la competitividad y rivalidad entre las dos embarcaciones. La actividad se inició con el aprendizaje y la posterior construcción de las estructuras que más adelante sirvieron de transporte. Éstas eran troncos unidos por cuerdas. Ayudados por los guías locales, navegaron a lo largo del canal fluvial haciendo servir remos y cañas.
La calma de las aguas presagiaban un descenso tranquilo aunque pronto se vio interrumpido por los rápidos del río, puesto que al ser temporada seca, el Napo baja con un nivel de agua que en ocasiones no pasa del metro de profundidad. La balsa que había salido en primer lugar y que tomaba ventaja al inicio de la carrera, se vió sorprendida por sus rivales, que en una maniobra arriesgada, aprovecharon la mayor velocidad de los rápidos para situarse en cabeza, posición que ya no varió en todo el recorrido e incluso se perdió el contacto visual entre las embarcaciones en varios puntos de la carrera.
Finalmente, con la llegada de los equipos a la línea de meta, la diversión fue la recompensa al esfuerzo de los grupos y la amistad se sobrepuso a la competitividad que los tahínos mostraron para defender a sus respectivos equipos, aunque eso sí, las bromas no se hicieron esperar y las risas y el buen rollo dio paso a una rica cena en el Jungle Lodge.