Noticias 2012, Marruecos

Perdidos en Marrakech

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Pasear por las calles de Marrakech y mezclarte con una cultura diferente ha sido una de las últimas actividades programadas de Tahina-can. En palabras de Adrián Olmo "Un crisol de vida y aromas". Los expedicionarios se han adentrado en el zoco, observando los distintos puestos de la plaza Jamaa el Fna y han conocido la historia de esta ciudad. Algunos nos expresan qué sensaciones han tenido visitando una ciudad llena de vida y contrastes.

Estefanía García y Clara Adell se mostraban sorprendidas al pisar la famosa Plaza Jama el Fna, centro neurálgico de la ciudad de Marrakech. En primer lugar, lo que más les ha gustado ha sido la gran variedad de objetos a la venta que había, y en segundo lugar los animales exóticos que encontraron a su paso: monos, serpientes, camaleones, etc. A Sofía Prats le ha atraído "que las cosas ocurrían muy deprisa, no eres capaz de captarlo todo, todos tus sentidos se alteran. A la vez que intentas cruzar y una moto casi te atropella, un mercader te intenta vender algo… Esto es la belleza del propio caos que se respira en la plaza de Marrakech".

Posteriormente, el grupo se ha dirigido al Palacio Bahía, del siglo XV. A Miriam Soriano le recuerda a la Alhambra granadina. Víctor Martín, por otro lado, aprecia "que es un lugar interesante porque se respira una profunda historia detrás, por todo lo que significa".

Los expedicionarios también han visitado el zoco, un laberinto de "callejones estrechos llenos de puestos", relata Vanesa. Entre los muchos puestos de venta que aglutina se encuentran herboristerías y farmacias que se especializan en la venda de productos naturales, diferentes especias y variedades de té. Ana Valle comenta que le ha impactado porque "no sólo te venden un té, aino que también hay tintes y cosmética. Además, te hacen una explicación con todos los beneficios que tienen los diferentes productos".

A Cristina Prats, sin embargo, le ha gustado el barrio judío (melah) por su tranquilidad y el tipo de viviendas que crecen de sus calles. Esta zona de Marrakech puede parecer "muy monótona y sin aliciente, pero tiene un encanto misterioso, en concreto me sorprende el detalle de los elaborados balcones y ventanas".

Finalmente, Isabel Román habla del contraste cultural, ya que "en cada rincón se nota una manera diferente de ver la realidad. Por ejemplo, los comercios, donde no es tan importante el aspecto de la tienda sino la calidad de los productos. La belleza de Marruecos es la naturalidad".

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