Noticias 2015, Uzbekistán

Primeros pasos por Bujara

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Tras el desayuno en el hotel, la expedición se ha subido al autobús a las 9:30 (6:30 hora peninsular) para acercarse a la periferia de la ciudad de Bujara. El Palacio de los Ilustrados ha sido la primera parada del día en la que la expedición ha tomado contacto con el sufismo.

El Palacio de los Ilustrados es un recinto levantado por los seguidores del sufismo, una comunidad religiosa propia del Asia Central que predica la búsqueda de la felicidad y el bienestar a través de la meditación. Pese a tener su origen en una creencia previa al Islam y estar enterrado Nashkabandi (padre los sufíes), hemos podido comprobar como el mausoleo es un lugar santo para fieles de otras religiones.

Los tahinos se sumaron a las pregarias de los musulmanes que en pleno Ramadán allí se congregaban, y gracias a nuestro estimado Jaume Mestre hemos aprovechado nuestra presencia en el mausoleo para practicar una meditación sufí con el objetivo de relajarnos "respirando con el corazón".

El mausoleo de Ismail Samaní, primer rey del Asia Central en aceptar el Islam, esperaba a la expedición en el centro de Bujara. La obra maestra de Los Samánidas, que construyeron un palacio hecho de ladrillo cocido, planta cuadrangular y la ventana principal mirando a La Meca.

La expedición ha completado tres vueltas de las cuarenta que hacen los fieles al Palacio de los Ilustrados antes de pasar a visitar el mausoleo de Chasma-Ayub, erigido sobre un pozo del que aún hoy sale agua para los lugareños. Pausa para volver a nuestra dieta, basada en un primer plato de sopa local y un segundo plato combinado de carne de ternera, verduras y patata.

Recuperadas las fuerzas, la Expedición se divide en tres grupos que participan en talleres dirigidos por profesionales de la ciudad. El primer taller de los expedicionarios consistía en conocer la técnica artesanal de fabricación de tejidos. Al final de la sesión los discípulos del taller textil han tenido la oportunidad de decorar la tela de una alfombra recién confeccionada. En un local cercano, otro grupo aprendía la variada y exótica caligrafía uzbeca y se atrevía a colorear dibujos basados en la cultura uzbeca.

Lejos de los dos primeros talleres, los expedicionarios del taller de especies han podido conocer las principales especias tradicionales de Uzbekistán, aprender a reconocerlas y a manipularlas. Con el tiempo sobrante, el taller de especias ha caminado cuatro kilómetros con dirección al transitado mercado local, donde se podía encontrar fruta, carne y todo tipo de dulces artesanales de Bujara.

Cerca de las siete de la tarde el hotel Old City ha servido de punto de reencuentro de todos los expedicionarios, donde han llegado en primer lugar los del taller de especias, que se han atrevido a vivir más de cerca el tráfico local gracias a su desplazamiento en taxi, experiencia tan barata -cada expedicionario ha pagado menos de cincuenta céntimos de euro al cambio- como temeraria, puesto que el trayecto se ha convertido en una competición entre los dos taxistas por ver quién llegaba antes.

Tras una tregua de una hora, los tahinos hemos andado por el casco viejo de la ciudad para llegar a un céntrico restaurante que nos ha enseñado a cocinar el plov, que vendría a ser la paella de los uzbecos pero con más ingredientes y más especias. Una vez cenados, vuelta al hotel a trabajar y a descansar. Samarcanda nos espera al final de la Ruta de la Seda.

Foto: Mireia Sanz