Reportajes

Ukuli Bula: el salto del hombre

Por Ariadna Gombau

Los Hamer son una de las etnias más numerosas y ancestrales de Etiopía. Se localizan en el sur, más concretamente a orillas del río Omo. La agricultura, básicamente cultivos de sorgo y maíz, y el pastoreo de vacas y cabras son la base de su actividad.

La estética es uno de los principales diferenciales de los Hamer. Las mujeres llevan un peinado muy característico: tienen la cabeza llena de pequeñas rastas untadas de barro de color ocre y mantequilla. Los hombres, por su parte, suelen llevar plumas de animal en la cabeza como símbolo de poder.

Una de las celebraciones más importantes de dicha etnia es el llamado Ukuli Bula o Salto del Toro. Este ritual refleja el paso de la niñez a la etapa adulta y dura 3 días en que los Hamer beben y comen. Para ellos, la madurez permite tener una familia, hijos y ganado.

El chico que realiza el salto es el protagonista. No obstante, el padre es quien decide cuando se va a realizar esta celebración. El día del salto, los hombres se pintan la cara, en especial los amigos del ukuli, el encargado de realizar el salto. Las mujeres se visten con collares, pulseras y cascabeles.

Antes de realizar el salto, las féminas danzan alrededor de las vacas. El baile es sencillo: dan vueltas mientras realizan saltos y cantan. David Rull, doctor en egiptología, explica que «estas danzas con movimientos tan sencillos y sistemáticos llevan a las mujeres al trance y a la excitación».

En paralelo al baile, las mujeres se acercan a los hombres y piden que las azoten con ramas. De esta forma, pretenden demostrar fortaleza y amor por sus maridos. Cuantas más cicatrices tengan más admiradas son. En algunas ocasiones, los chicos interrumpen las flagelaciones cuando ven a sus esposas sangrando. Ante esto, los gonza (abuelos) aparecen para aconsejar a los jóvenes y poner orden.

La última parte del ritual ocupa la atención de todos. Los hombres cogen a las vacas por los cuernos y el rabo y las colocan alineadas. En general, se utilizan de seis a diez animales. En el momento en que las terneras están listas, el ukuli, desnudo, se prepara para realizar el salto. Este tiene que pasar por encima del lomo de las vacas varias veces; si lo consigue, ha pasado a etapa de madurez.

Esta celebración es chocante para las personas ajenas, pero para la etnia es una de las más importantes. Toni Espada, director de la agencia Rift Valley, asegura que «es una fiesta repleta de alegría, destinan todos los recursos que tienen para ella. Ellos son felices, no sufren, al contrario».