Noticias 2013-2014, Tailandia

Un golpe de Muay Thai

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El Muay Thai, declarado oficialmente deporte tradicional de Tailandia, es una práctica milenaria considerada la más difícil de todas las artes marciales debido a su exigencia física, pues es una combinación de potencia, velocidad y resistencia extrema

Todo lo que envuelve a este deporte está cargado de espiritualidad y tradición. La expedición Tahina-Can tuvo la oportunidad de asistir a una noche de combates en la ciudad de Chiang Mai para comprobar desde la primera fila la emoción y atmósfera mística que se generan alrededor del ring.

 

Hasta hace algunos años estaba prohibido para las mujeres subir al cuadrilátero e incluso tocar sus cuerdas. A día de hoy, y por lo que tuvimos la oportunidad de ver, esta discriminación ya no existe. Hubo varios combatientes de diferentes edades, pero las estrellas de la noche fueron dos mujeres: la holandesa Malose Sor. Wisaraut y la thai Nongmint Bor. Puiboonpund.

 

Primer round. Las dos luchadoras untadas de alcanfor suben al campo de batalla (en uno verdadero fue donde nació la práctica de este deporte), cada una se sitúa en una esquina. Sus respectivos entrenadores las atavían con el mongkol, un amuleto conocido como cinta sangrante de la cabeza que determina cuál de los 15 rangos ostenta el luchador. Después se ciñen el prapajeat o prajioud, conocido como cinta sangrante del brazo. Los guantes, semejantes a los del boxeo, ya los llevan puestos, aunque no siempre es así. El equipo de la holandesa es íntegramente occidental, el de la thai local.

 

Las luchadoras caminan alrededor del cuadrilátero deteniéndose en cada esquina para invocar la protección de los espíritus contra las lesiones y honrar a su maestro. Empieza el ritual, se llama ‘wai kru’: la música típica thai marca el ritmo. wai kru traduce literalmente ‘la danza del maestro’, sirva para honrarlo a él y a los maestros de la antigüedad. Diferentes movimientos tienen lugar tanto con las rodillas como con el pie, esta danza sirve también de calentamiento. Termina el wai kru y las luchadoras son despojadas del mongkon y el prapajeat.

 

Comienza el combate. La música tradicional thai, imprescindible en el enfrentamiento, retoma el hilo. Cara a cara y con los puños en alto, sin ánimo de proteger el rostro sino como alerta, las luchadoras marcan el ritmo de la música con el pie preparadas para asestar el primer golpe.

 

Una de ellas se envalentona y se desata una estampida de patadas y puños, la holandesa logra arrinconar a la thai y se sumergen en lo que parece un abrazo, mientras las rodillas van directas a los costados y riñones. A cada golpe los aficionados gritan “¡Eo!”.

 

El árbitro las separa, pero al poco tiempo otro enfrentamiento parecido tiene lugar. Fin del primer round. El equipo de cada luchadora sube una silla y un platón de metal. Las mojan, les hacen masajes para relajar los músculos después de los golpes, un poco de agua y vuelta a la acción.

 

Y así, cuatro más. En cada round el momento de tensión previo al ataque es más corto. Los cuerpos ya se conocen, las extremidades saben dónde atacar. En ocasiones es posible pensar que ninguna ganará, que ninguna perderá, ambas parecen estar hechas de hierro. El final lo dicta el agotamiento más que los golpes, Wisaraut se ha encargado de dejar sin aliento a Puiboonpund, que desfallece y cae sobre la lina. Ya hay un ganadora. El árbitro, como en el boxeo, la coge de la mano y le levanta el brazo en señal de victoria, sólo durante unos segundos. Mientras tanto, el equipo de la derrotada la ayuda a levantarse y el entrenador de la ganadora, en un gesto de humildad, se acerca y le da un poco de agua para beber. La música para, el combate ha finalizado.

 

Se suele decir que el muay thai está prohibido en algunos estados de Norteamérica, la razón no es el peligro sino las apuestas que se hacen alrededor de él. Dan más que pensar los enfrentamientos entre niños desde los 12 años. El entrenador del niño ganador de otro combate también celebrado esa noche, quien dijo llamarse Nemo, como el bar del que es propietario al lado del cuadrilátero, justifica la participación de los niños manifestando que el muay thai no son sólo golpes, que hay toda una disciplina detrás, que enseña valores como la solidaridad, la paciencia, esfuerzo y respecto… sobre todo respeto.

 

Es posible decir que el muay thai sea un fiel reflejo de la sociedad tailandesa, en la que todo tiene un significado más allá de lo convencional, lleno de simbolismo y espiritualidad.

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