Reportajes 2018, Yucatán

El maya, fuera de las aulas

El aprendizaje de la lengua indígena en las familias es la forma principal de subsistencia de uno de los rasgos básicos de la civilización maya.

Es la segunda lengua indígena más hablada en México. Su existencia cuenta con varios milenios de historia. Sus hablantes dieron lugar a una de las civilizaciones más trascendentales de la sociedad. El maya ha subsistido a través del paso del tiempo gracias a la conciencia de este pueblo mesoamericano. Sin embargo, el sistema educativo mexicano ha relegado a un segundo plano la lengua maya. Una situación que amenaza su supervivencia.

El maya carece de un sistema de enseñanza integrado en las escuelas de México. Su única metodología de enseñanza se reserva para el ámbito familiar. No obstante, en los últimos años se han desarrollado proyectos de creación de escuelas bilingües hasta contabilizar un total de 500 escuelas bilingües de preescolar y primaria y 108 de educación inicial, según los datos aportados por el periódico mexicano AM.

Para Marco Antonio Poot, promotor cultural y director de MAYATIC, este sistema “sólo sirve para jerarquizar las lenguas, puesto que se contratan a maestros que no saben hablar maya”. Proyectos como MAYATIC han sido creados para promover la cultura y lengua maya mediante la producción audiovisual, ya que, según Poot, desde el Gobierno no se desarrollan políticas de protección. Por ello, estos impulsos de la sociedad civil son las únicas alternativas de enseñanza del idioma, puesto que, como recalca Poot “el único método para aprender el idioma es en las comunidades maya, es decir, en las familias nativas”.

La exclusión se suma a diferentes obstáculos que arrastra la cultura maya y que, por tanto, acentúan los síntomas de su declive. Sergio Cen, guía turístico de Cobá y mayahablante de origen, denuncia que su pueblo sufre cierta discriminación a la hora de encontrar trabajo, no sólo por su lengua sino también por sus rasgos físicos. Cen asegura que los mayas llegan a sentir vergüenza de expresarse en su lengua materna, por lo que la acaban abandonando. La discriminación ha derivado en el descenso del número de jóvenes mayahablantes, de un 53% hace una década a un 28%, según la Universidad Autónoma de Yucatán. Para Henry Cirme, trabajador del sector turístico en Tulum y mayahablante, el problema reside en que las iniciativas de preservación sólo se desarrollan en el estado de Yucatán, no en Campeche o Quintana Roo.

Con la promulgación de la Ley de Derechos Lingüísticos el año 2003, el maya-yucateco fue declarado lengua nacional de México, ofreciendo un cierto reconocimiento y valor a la lengua. Sin embargo, la declaración chocaba de frente con el modelo educativo, donde no existía ninguna garantía de aprendizaje. Tan sólo al llegar a la universidad, los mexicanos cuentan con una asignatura obligatoria de dicho idioma. En algunas de ellas, además, se enseñan los glifos -signos grabados de la lengua maya-, puesto que la lengua maya se aprende con la base del castellano. Pero esta tesitura no se da en todos grados universitarios. “Me hubiera gustado estudiar maya”, afirman varios estudiantes de Comunicación Audiovisual de la Universidad Anáhuac Mayab de Mérida, quienes lamentan la carencia de un modelo de enseñanza en un contexto en el que el castellano es la única lengua vehicular de todo el sistema educativo.

El Gobierno de Yucatán aprobó en 2001 la Ley para la Protección de los Derechos de la Comunidad Maya. Una medida insuficiente para una lengua que convive con otra con un mayor número de hablantes. El profesor de la Universitat Oberta de Catalunya, Lluís Pastor, asegura que “el hecho de que una lengua y cultura estén presentes es una decisión política”. Para Pastor, la educación es la forma más eficaz de garantizar la supervivencia de la misma. “Ese periodo educativo es el más óptimo para que la gente pueda formarse lingüísticamente y, a partir de ahí, entender una visión del mundo propia”, expone.

Sin duda, los mayahablantes han logrado transmitir de generación en generación su lengua materna. Una difusión que, en un mundo globalizado y en un país con 68 lenguas indígenas, resulta exigua. Su entrada en las aulas otorgaría el valor y el reconocimiento que le corresponde a una legua milenaria.

                                                                              Luis Rodríguez Orts  – 12-09-18 – Tihosuco