Reportajes 2019, Irán

Hafez, el poeta omnipresente

Por Marina Pinto / Ainhoa Santín / Marc Abelló

Irán y la poesía han ido de la mano desde tiempos inmemoriales. Han existido muchos poetas de renombre como Hafez, Sa’di y Molanah “Rumi”. Los iranies tienen la costumbre de poner en forma de poema las palabras religiosas, los conceptos culturales y espirituales como otra forma natural de comunicarse. Los poetas tenían un papel destacado en el progreso de la cultura y la moral entre la gente ya que también se convirtió en un método de educación y transmisión de sabiduría. Para ellos, la poesía es tan importante como la religión. En todos los hogares se puede encontrar el sagrado libro del Corán y El Diván, uno de los poemarios más famosos de Hafez. Las palabras del sabio se han ido transmitiendo de generación en generación como si de cuentos populares se trataran.

Shiraz es la capital de la poesía por excelencia, es la cuna de dos grandes poetas sufíes como lo fueron Hafez y Sa’di. Por ello, el arte se respira en todos los rincones de la ancestral ciudad. El sufismo es una rama del islam basada en la espiritualidad. La máxima aspiración del sufista es el autoconocimiento y la conexión con el mundo divino a través del alma. La adquisición de una sabiduría superior a partir de un corazón humilde y libre de lo material.

Hafez nació en 1325 y fue poeta de la realeza. Sus poemas hablan sobre el vino, amor y Dios. En sus poemas más profundos muestra su devoción como sufí en el enlace con la divinidad. A su vez, utilizaba sus versos para exponer la hipocresía de algunos líderes religiosos musulmanes. Hafez ha conseguido hacerse un hueco en todos los corazones de los iraníes.

El hijo pródigo de Shiraz

Cae el sol en la ciudad de Shiraz y el mausoleo del poeta persa empieza a llenarse de peregrinos de la poesía que van a honrar su memoria. Los visitantes se reúnen ante la tumba y la acarician mientras murmuran algunos de sus versos en farsi. Hay familias, niños y amigos de todas las partes de Irán.

Antes de entrar al recinto se nos acerca un taxista, Sami. Casi sin pedírselo, nos reúne a su alrededor y nos explica que Hafez era un poeta sufí; un sabio, un hombre justo y respetado.

Como tantos persas, Sami ama escribir poesía en su tiempo libre: “Para la gente de Irán, Hafez es el sol y los demás poetas son las estrellas”. No se podría entender el significado de Irán sin el gran poeta de Shiraz. Escribir sus pensamientos le lleva a mantener un espíritu joven y generoso, y cuando le preguntamos por su edad, nos dice entre sonrisas que tiene 62 años, pero en su corazón siempre será el de un joven de 18.

Uno de los visitantes, Mohammed, nos explica que muchos iranies, cuando se encuentran con adversidades utilizan alguno de los poemas de El Diván para encontrar soluciones a estas. Su mecanismo se basa en abrir al azar una página del poemarioy a través del texto que encuentran, interpretan su futuro. “Es como si Hafez me estuviese hablando y me alivia”, reflexiona.

Por lo que explica Mohammed nos da la sensación de que la juventud aún aprecia esta sabiduría, y realmente hay muchos visitantes de corta edad. En cambio, Sami nos comentó que la tradición de recurrir a los poemas de Hafez ha disminuido entre los jóvenes, aunque es innegable el peso que sigue teniendo en la sociedad.

En los jardines que rodean la cúpula donde está situada la tumba se encuentran perfiles de gente muy distintos. Damos con un grupo de amigos, dos chicos y una chica, que ya su aspecto nos indica que no suscriben con la tradición islámica. La mujer lleva un hijab colorido y ligeramente caído. Está escribiendo en un bloc de notas los pensamientos que le inspiran los versos que flotan en ambiente. Se ven risueños, disfrutando de una tarde de verano. Nos comentan que son actores y que les gusta mucho venir al mausoleo.

La poesía de Hafez se introduce dentro de cada uno de forma distinta. De los mensajes del poeta, ellos se quedan con los de amor. Preguntamos a uno de los chicos, Reeza, qué piensa de su país. Sus palabras son de rabia. Dice que no hay forma de describir lo que siente, mientras se agarra el pecho con fuerza. Instintivamente bajamos todos un poco la voz. Los poemas les han ayudado a conseguir una mirada crítica con el país. Consideran que su presente está teñido de negro, corrompido por el egoísmo y el materialismo. La bellas palabras que describían la Persia que conoció Hafez ya no se reflejan en su realidad. Sus aspiraciones respecto al futuro son las de vivir tanto como puedan a pesar de la pesadumbre que los rodea, esencia del sufismo que transmiten las palabras del pensador.

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