La práctica sexual entre los mayas es un tema tabú, mientras que los niños crecen viéndolo
Hoy ha sido un día como otro cualquiera. Los niños ya han cenado y están durmiendo, o eso parece. No creo que tarde en llegar, es viernes y después de estar toda la semana trabajando en Cancún, mi marido llegará cansado. Escucho su voz en el exterior, ya está ahí, espero que no llegue bebido como siempre. Le saludo y directamente se me abalanza, es brusco y violento. Me levanta las enaguas y empieza a penetrarme. Intento no hacer ruido, vivimos en una choza y compartimos habitación toda la familia. No quiero que los niños nos oigan pero creo que ya es tarde, se están haciendo los dormidos. Procuro no rechistar. Al fin termina de desfogarse.
Según un informe de la Universidad Autónoma de Yucatán publicado en la revista digital Yucatán, Identidad y Cultura Maya, “la violencia intrafamiliar es declarada frecuente por las mujeres y está asociada siempre al alcoholismo masculino y en las últimas fechas a la drogadicción”.
Genny es una estudiante de la Escuela Felipe Carrillo Puerto de Tihosuco, un poblado Maya del estado de Quintana Roo. Tiene 15 años y no sabe muy bien detectar las desigualdades de género en su comunidad. Cree que sufren una carencia de información en las escuelas, además de no contar con asociaciones en apoyo a la mujer. Según afirma Pedro Xool, antropólogo social, historiador y maestro, “desgraciadamente los pocos organismos gubernamentales que defienden los derechos de la mujer no cumplen su función puesto que los políticos acceden al poder por medio de amistades y no por qué realmente quieran aportar algo”.
Sin embargo, dentro del municipio de Tihousuco existen iniciativas promovidas por personas como Pedro y su esposa Gloria, licenciada en educación e integración para niños, que pretenden cambiar la realidad social que impera en este tipo de comunidades. El proyecto de Gloria reivindica la importancia de que las mujeres salgan adelante, se preparen y obtengan oportunidades de trabajo dentro y fuera de la comunidad. En definitiva, un proyecto que empuja a jóvenes como Genny a proyectar una mirada hacia el futuro: “Me veo con estudios y trabajo junto a mi familia en Tihosuco”.
Pero muchas ven truncado su destino. Así lo refleja el profesor Marco Poot, que asegura la gran desigualdad de oportunidades: “La cultura dicta que las mujeres pueden terminar la secundaria y bachiller si hay dinero pero una carrera no, si tu marido te lo paga adelante pero si no, no puedes”. Además, según el informe realizado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) , para medir los índices de la estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en adolescentes, el estado de Quintana Roo registra que el 11% de las niñas y adolescentes de 12 a 19 años de edad se quedan embarazadas, superando la media nacional que es de 10,7%. Detrás de este hecho gran parte de las adolescentes con hijos se ven obligadas a abandonar sus estudios para dedicarse a la crianza de sus hijos y las tareas del hogar: “Si las embarazan, dejan de estudiar”, afirma Genny.
Poot lamenta el hecho de que algunos padres en vez de apoyar a sus hijas en sus estudios, prefieren que busquen a un marido que las mantenga. En cambio, María Guadalupe es madre de dos niñas y desea que sus hijas aspiren a más: “Me gusta preguntarles qué quieren estudiar de mayores porque me gustaría que tuvieran una meta desde que están chicas”.
Hoy en día, las mujeres dentro de la comunidad maya son amas de casa y se dedican mayormente a la costura y continúan siendo objeto de prácticas machistas. Xool denuncia que el único rol de la mujer dentro de su colectivo es el de la fertilidad: “La mujer no tiene un orgasmo, por decirlo de alguna manera, tiene una penetración. El marido llega un viernes o un sábado, ebrio y después de haberse ido toda la semana fuera a trabajar a Cancún dice ‘yo vengo con ganas, como sea, levántate las enaguas’”. La construcción machista se consolida cuando es el padre quien inculca a sus hijos valores que fomentan la desigualdad. El profesor Poot remarca que “cuando el alumno tiene algún problema en la escuela, su papá llega a defender al niño, no intenta resolver el problema agresivo que tiene su hijo contra las mujeres sino que le defiende porque así le ha enseñado, ninguna mujer le puede gritar”.
En el caso de Poot, sus hermanos y él se vieron obligados a enviar a su padre a la cárcel y gracias a ello, su “mamá ahora está mucho más feliz sin tener a nadie que controle su vida”. Ante ello, aguanta comentarios en el pueblo “de gente machista” con los que se le juzga por haber demandado a su padre. La ruptura con el machismo de su padre la atribuye como “una muestra clara de que la clave está en la educación”. El sexo en la vida de Tihosuco es un tema tabú pero a la vez los niños crecen conviviendo con él, Desde pequeños presencian “comportamientos sociales que pasan dentro de la casa, donde el papá es capaz de tocar a la hija y el tío es capaz de tocar a la mamá”, señala Poot.
Así pues, algunas niñas entre 12 y 15 años se quedan embarazadas, una realidad que Xool califica de “aberrante”. “Lo malo es que la tradición es casarlos a veces con chivatos de la misma edad o incluso con una persona adulta y ‘si no te gusta, no es mi problema, te vas a casar con él porque yo lo digo y soy tu papá y el señor te va a dar mucho más que yo, te va a dar de comer y te va a vestir. Y si no lo quieres, en la noche de bodas lo vas a querer’”. De esta forma, el patrón social continua, la gente se ha acostumbrado a esto.
Por índole, las mujeres sufren consecuencias en su propio cuerpo: tienen el vientre abultado porque los hombres no esperan ni una semana para volver a tener relaciones sexuales con ellas después de haber tenido un bebé. “Muchas tienen quistes en los ovarios a causa de esto”, revela Xool. Se trata de una realidad de la que nadie habla, así como la pérdida de la virginidad con la figura paterna. Hasta hace seis años esta práctica se veía como algo normal, el padre le arrebataba la virginidad a su niña antes de casarse y nadie decía nada. Ahora la sociedad no lo permite y por tanto, el incesto se comete de manera más discreta.
Sometidos a una espiral que parece interminable, esa misma que en la simbología maya es signo de infinidad, las mujeres procedentes de comunidades mayas han de convivir con esta situación que atenta contra la igualdad de género. Cuántas habrán pensado “al fin se desfoga” al terminar su jornada del día un viernes por la noche como otro cualquiera.
Laura Maneses y Marta Ramírez Cano