El director de la escuela MayaTIC rompe con los estereotipos que afectan a su comunidad
El mundo occidental tiende a tachar al colectivo maya de tribus en las que indígenas vagan en taparrabos y descalzos a través de la selva en busca de la presa del día. Eso mismo le ocurrió al promotor cultural Marco Poot, que de concurso en concurso y con la ayuda de becas, logró cruzar el charco desde su comunidad maya hasta la Universidad Autónoma de Barcelona. Poot se encontraba haciendo su monólogo en lengua maya por la Rambla cuando un viandante se extrañó y le preguntó que cómo le habían dejado subir al avión siendo maya.
Al terminar sus estudios, el nativo del pueblo de Tihosuco hizo realidad su proyecto de fin de máster y fundó MayaTIC, una escuela basada en la etnoeducación, que difunde entre los más jóvenes de su comunidad conocimientos sobre las Tecnologías de la Información y Comunicación en lengua maya. Su objetivo, la revalorización de su cultura.
Con mirada profunda, clara como los manantiales, el promotor cultural le da sentido a su identidad: “Ser maya es sentir esos granitos de sangre que nos quedan en las venas, caminar con los pies en la tierra, y entender que todo es un ciclo en la vida”. Poot asegura que “los mayas prehispánicos ya todos murieron”, ahora solo les queda la lengua, los chamanes o sacerdotes maya que hacen ritos o predicen el futuro y los médicos tradicionales que hacen uso de plantas para el tratamiento de enfermedades.
“Vestimos occidentalmente, podemos usar unas Converse o incluso conducir un Ferrari”, asegura Poot mientras señala sus zapatillas. La globalización ha fomentado el estereotipo construido en el ingenio occidental, el mismo que potencia la desigualdad de culturas dando como resultado el racismo que hoy en día afecta a la comunidad maya. Así pues, algunos mayas se avergüenzan de su etnia y prefieren adoptar culturas occidentales para sentirse aceptados por el resto de la sociedad. Rodeado de niños descalzos jugando en la plaza de Tihosuco, Poot recuerda cuando se declaró el Día Internacional de los Pueblos Indígenas y el Día Internacional de las Lenguas Maternas. En ese instante, él como promotor cultural halló “esa puerta para poder entrar y quitarle la venda de los ojos a muchas personas que han estado resistiéndose en sus comunidades”.
La cultura maya, como el resto de la civilización, se ha adaptado a los nuevos medios y Poot ha visto la oportunidad en las redes sociales para difundir su lengua y cultura. Además, asegura que contamos con videojuegos y videoclips en la lengua de aquellos que un día construyeron la ciudad de Chichen Itzá. Se escucha de fondo el silbato que imita el sonido del jaguar, un elemento de la ceremonia con la que despiden a un grupo de estudiantes españoles de Periodismo. Los jóvenes han visitado el pueblo con el programa Tahina-Can e intercambian fotografías con sus colegas yucatecos. Mientras tanto, Poot hace referencia a este tipo de rituales para reivindicar su compromiso: la conservación de su cultura. Para ello, tras salir de la pobreza y encontrar su camino hacia el mundo laboral, el yucateco decide volver a la tierra que le vio crecer “para que los niños no vivieran lo que yo viví”, confiesa. De esta forma, empezó a involucrarles la importancia del respeto y la aceptación.
Los niños de Tihosuco ahora cuentan con una inspiración de vida. Los trazos que en principio dibujaban un destino marcado por la miseria y conformismo pasan a diseñar un futuro próspero con la ayuda de las TIC. Ahora chapotean con el lodo bajo sus pies descalzos, quién sabe si el día de mañana, orgullosos de su cultura, contagian su pasión a las generaciones venideras.
Marta Ramírez