Muchos de los dominicanos que hemos ido encontrando en los primero días admiten, entre risas, que ellos nunca han subido esta montaña, principalmente por las gélidas temperaturas que en la cima se registran y, por supuesto, por tratarse de una ruta en la que el sendero fácil solo se encuentra en los primeros metros, para dar paso a la pendiente interminable, la roca y las dificultades con las que la naturaleza nos reta en esta aventura, como el barro y el pedregoso suelo resbaladizo.
Si bien no se trata de una senda sencilla, hay otros factores que entran en juego, como lo es nuestro caso, cuando la meteorología no corre a favor, con tormentas y lluvias torrenciales que dificultan más, si cabe, el ascenso.
Por todo ello, la reunión con los dos guías que nos dirigirían a la cima, se llenó de preguntas sobre cómo debemos ir, qué necesitamos llevar, con qué circunstancias nos encontraremos, o qué consejos seguir para lograr hacer la ruta.
Pero lo cierto es que, ni con todas las respuestas posibles, uno puede hacerse la idea de lo que supone subir al Pico Duarte, con todas las circunstancias y variables que pueden ir apareciendo en el camino.
No obstante, sí podemos decir que existe algún factor clave que, sobre todas las cosas, uno debe tener muy presente, y es una gran motivación o un motivo por el cual afrontar el reto.
Uno de los guías, como consejo práctico, decía que lo más importante es caminar despacio y nunca mirar hacia arriba.
A esto podemos añadir otras claves como: procurar ir siempre acompañado, para amenizar el camino y sentirnos más seguros; llevar ropa de recambio y un buen impermeable para cubrirnos a nosotros mismo y nuestra mochila; y por último, una buena reserva de alimentos, que se recomienda ir dosificando en cada tramo para mantenerse enérgicos.
Pero, insistiendo en lo dicho, lo fundamental en esta ardua ruta es que nunca se desvanezca la motivación y la superación personal, porque será lo que nos haga llegar hasta el final.