Diario de Ruta 2016, República Dominicana

La invasión del turismo

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Isla Saona es una de las zonas de Republica Dominicana más bonitas y espectaculares y desde hace un tiempo, también uno de los que recibe una masificada llegada de turistas.

En 1944, el dictador dominicano Trujillo decidió poblar esta isla con el objetivo de evitar su ocupamiento por parte de los norte americanos. Aquellos dominicanos que se trasladaron a Saona vivieron de la agricultura hasta que esta hermosa isla se convirtió en el año 1975 en Parque Nacional y se prohibió la explotación del suelo. No es hasta el 1984 que los dominicanos empiezan a explotar turísticamente la isla y se inicia la llegada constante de turistas.

Este es un ejemplo de masificación turística que sufren muchos lugares en el mundo, provocando cambios importantes en el terreno y en la forma de vida de los habitantes del lugar. Remi, camarero de uno de los bares de la isla caribeña, nos explica que la temporada de más clientes es entre enero y junio. Remi nunca ha visto la isla sin turistas. Todos y cada uno de los habitantes del pequeño pueblo que se encuentra en Saona vive del y para el turismo.Cuando año tras año el número de turistas no paraba de crecer, los habitantes decidieron organizarse en una asociación desde la que regulan las ventas y los negocios de Isla Saona.

Uno de los miembros de esta Asociación de Vendedores, Ángel, nos explica que los negocios de la isla se reparten por puntos con derecho a venta y que se transmiten de forma hereditaria. Por ejemplo, Doris llegó a la isla hace 5 años para buscar un trabajo y ahora se encarga del punto de los masajes. Otro caso es el de Mateo el Coquero, que se dedica a vender esta fruta desde hace más de 18 años. Ningún otro habitante de la isla puede dedicarse a la venta de cocos, ya que está penalizado intervenir en las actividades de otro. Ángel nos comenta que el negocio no les da para vivir bien, pero les da para vivir.

Para estos habitantes que huyeron de las grandes ciudades dominicanas para dedicarse al turismo en la isla, la masiva llegada de turistas es imprescindible. Decenas de barcos esperan a la multitud de turistas a las orillas de la isla, junto a mares llenos de gente. Además, la construcción de instalaciones y hoteles transforman el fascinante paisaje. Éstas son algunas de las consecuencias del turismo.

Este debate abierto desde hace años entre conservar la esencia de los lugares o explotarlos turisticamente está y estará abierto durante mucho tiempo. El ejemplo de la Isla de Saona es solo uno de los muchos ejemplos que existen a lo largo del planeta. Pero, como hemos podido comprobar hoy, en esta paradisíaca isla es que la masificación turística tiene dos caras igual de legitimas.