Diario de Ruta 2015, Uzbekistán

Los minaretes, una luz en el desierto

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A 6.107 kilómetros de casa, 1.400 metros podrían parecer una distancia irrisoria.

Pero en la ciudad uzbeca de Jiva 1.400 metros de murallas de adobe encierran una ciudad milenaria con palacios, humildes residencias, escuelas antiguas y torres que en medio de la nada se ven a millas. Los famosos -y polémicos en Europa- minaretes se alzan sobre una urbe que -para hacernos una idea- es tan única como la Alhambra de Granada, pero a gran escala.

Los uzbecos presumen de haber edificado minaretes antes que los propios musulmanes utilizaran altas edificaciones para llamar al rezo. Los minaretes hacen de ellos allí donde se establecen un signo de identificación. A las funciones de lugar privilegiado desde el que llamar a los fieles al rezo y a la de ostentación (por encima de la casa de Dios no hay nada), los centroasiáticos dieron con la idea de usarlos como reclamo comercial. Estas torres se hacían visibles a los mercaderes -principalmente caravaneses- que deambulaban por el desierto cubriendo la Ruta de la Seda, de manera que eran el mejor reclamo para hacer escala -y gasto- en la ciudad.

No queda aquí sin embargo ningún minarete previo al siglo XIII, fecha en la que se implantó el islam en el territorio. La ausencia de minaretes la achacan a una invasión de los mogoles. Cabe decir que en favor de su tesis de haber inventado con los minaretes antes que los árabes juega la etimología local, que explica que la palabra minarete tiene su origen en minor, o la tierra donde se encuentra el fuego.

En cualquier caso, los colores visibles en la cúpula de los minaretes no dejan de ser llamativos, y, aunque el azul es el predominante en toda la arquitectura de Jiva, los minaretes también cuentan con azulejos de otros colores, como es el amarillo. La elección de este color por parte de los musulmanes es debido a su similitud con la arena del desierto y de sus calles. Entre el amarillo tierra  y el azul hacen de estas construcciones milenarias una de las principales atracciones para los pocos turistas extranjeros que recibe la ciudad uzbeca de Jiva.

A día de hoy, los minaretes, muchos años después, siguen atrayendo al público que se acerca al desierto pero lo hace en forma de carteles en los aeropuertos.