Una voz dubitativa, una mirada decidida. Hablamos con la guía iraní que acompañó la ruta de los tahinos
Por Valentina Carbajal
Paramos en el medio de la ruta. Se subió sin ser anunciada. Se sentó en el primer asiento, los ojos fijos en el camino. Antes de verla la escuchamos. Hablaba un inglés tímido con acento francés. Nos sorprendió que fuera una mujer. Nos sorprendió que fuera una mujer trabajando en Irán. Luego ella nos explicaría que, contrario a lo que pensamos, esto no tiene nada de inusual.
Se presentó de manera algo atropellada, como restándole importancia. Nos dijo su nombre, que no entendí, y que además de guía de eco-turismo es profesora de francés. Sin mucho más detalle se adentró en una explicación detallada sobre la geografía iraní. Nos dirigíamos a la Casacada Margoon, en el corazón de la cadena montañosa de Zagros que atraviesa parte sur del país
Narges Tahmassebi tiene 33 años y es de Isfahán. En su tarjeta de presentación se lee que es guía de trecking, canoa, rafting, camping, avistamiento de pájaros. También ofrece la posibilidad de conocer nómadas y los espacios naturales que ofrece el país.
Luego de visitar la cascada, volvemos por el camino de piedra hacia el pueblo y nos sentamos bajo unos toldos. Un señor mayor se acerca con unas alfombras bajo el brazo. Las coloca en el piso y luego trae unas bandejas llenas de té.
Me siento frente a ella que está apoyada en un murito. Sus manos a la altura de mis ojos. En el medio del Irán rural Narges luce una manicura perfecta de gel. Sus uñas cuadradas pintadas de verde brillante a juego con su camisa del mismo color, bordada con flores de colores y detalles en azul. El mismo azul del pañuelo que cubre su cabeza. En el autobús la escuché que explicaba que se llamaba echarpe, que significa bufanda en francés, como resistiéndose a decirle hiyab.
La felicito por su maquillaje, me dice que al estar en la naturaleza no se encuentra tan chic como en la ciudad. Su look de trecking incluye base, probablemente corrector, delineador negro, máscara de pestañas y labial matte fijo. Irán es de los países del mundo donde más se consume maquillaje. Le digo que las mujeres de su país me resultan súper elegantes. Me agradece pero se excusa de que la vestimenta que lleva puesta es simple en comparación con lo que usa en la ciudad.
Narges no está casada. Dice que enseña francés a adultos porque los niños son muy complicados. Cada vez tiene menos alumnos debido a la situación financiera del país, las personas no pueden permitirse pagar una clase de idiomas. Ella lo aprendió en la Universidad.
Es Licenciada en Literatura Francesa y Máster en didáctica francesa. Realizamos la entrevista en dicho idioma porque con él se siente más cómoda que con el inglés. Afirma, con una pronunciación impecable, que tiene que seguir perfeccionándolo. Prefiere su otra profesión, la de guía. Le permite viajar y disfrutar de una de sus aficiones: el alpinismo.
Según ella, la mayoría de los turistas que visitan el país son sus vecinos iraquíes. De Europa destacan los franceses. Explica que la gente viene en busca de una nueva cultura, visitar los monumentos y atraídos por la arquitectura pero que parece no haber mucho conocimientos sobre la eco diversidad iraní y todos los paisajes que presenta. En Irán hay mar, volcanes activos, montañas con estaciones de esquí, desierto, cascadas y más.
De todas formas, está esperanzada de que este año se reciban mas turistas que el anterior. Aunque lamenta que la afluencia de europeos se verá determinada directamente por el desarrollo de la situación política internacional. Es optimista pero sabe que los europeos tienen miedo de visitar Irán. Indignada, dice que no es justo.
Le pregunto cual es el estereotipo iraní que tenemos en occidente que más le molesta. Me responde que no todos los iraníes son terroristas. Que la culpa de esta creencia la tienen las ficciones que presentan una realidad iraní que no se corresponde con la verdadera. Que muestran hombres violentos que le pegan a sus mujeres. Por primera vez levanta la voz y con convicción afirma: “Incluso las personas más ortodoxas respetan a sus mujeres”.
Cuenta que su madre nació en un pueblo y que solo terminó la secundaria, no trabaja. Narges y sus dos hermanas sí. Me explica con orgullo que en su país las universidades están llenas de mujeres, que son amplia mayoría. Lo dice con tanto entusiasmo que no me animo a decirle que esta es la realidad en casi todas las universidades del mundo.
Según ella, las mujeres iraníes son más educadas que los hombres. A la hora de buscar trabajo no cree que las mujeres estén en inferioridad al presentarse al mismo puesto que un hombre. Comparte que existen muchas mujeres en puestos de administración que incluso participan de la Asamblea Nacional.
En cuanto a la situación política actual en Irán y el rol de la mujer, defiende que la situación está mejorando y que cada vez hay menos limitaciones.
Los fines de semana los pasa en jardines privados, navegando en canoa o en el desierto. Dice que depende de la estación. En su casa le gusta leer y seguir perfeccionando sus idiomas.
Responde cuando le pregunto qué es lo que más le gusta de Irán que la naturaleza es muy variada, que depende de la época del año. Que no puede elegir un solo sitio. Que ama su país