Todo son sensaciones, después de cuatro días formando parte de la expedición Tahina Can Bancaja y, por tanto, de aventura.
Sensaciones que, seguro, se ampliarán y se enriquecerán conforme avance nuestro recorrido. Sensación de sorpresa por lo que Perú me está ofreciendo con sus marcados contrastes entre una zona y otra del país. Por la afectuosidad y sencillez de sus gentes. Por lo duro, pero a la vez espléndido, de su paisaje. Sensación de voluntad y disciplina en todos lo que me acompañan por sus ganas de trabajar, aunque el cansancio del día se acumule, y de superarse en cada uno de los retos periodísticos y humanos que les depara el viaje. Sensación de aprendizaje constante tanto por lo que el Perú me aporta como viajero del Tahina Can Bancaja al alcanzar un conocimiento más profundo que en cualquier otro viaje turístico, como por lo que te enseña cada uno de mis compañeros al margen de su edad. Sensación de compañerismo porque todos te ayudan y están dispuestos a trabajar en cada momento. Nadie es ni se siente extraño. Sensación de fascinación por lo que supone y ofrece este proyecto para cada uno de nosotros: alumnos, monitores, periodistas y equipo técnico y directivo. Pertenecer a un proyecto que compagine el conocimiento de un país en su aspecto lúdico y cultural y, a su vez, descubrir sus peculiaridades y costumbres mediante la labor periodística permite a sus componentes un enfoque más profundo y una mejor formación que se consigue mediante el trabajo y la disciplina. Por todo esto, sólo puedo decir: ¡me siento orgulloso de ser un tahino!