Por Ariadna Gombau
La expedición puso este martes camino hacia el sur de Etiopía. En medio de un viaje de más de diez horas, para en Tiya, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del país era obligatoria. Estos monumentos se sitúan en Soddo, ciudad del sur habitada por la etnia gurage. La importancia y el valor de los obeliscos que se encuentran en la zona hizo que se declarara patrimonio mundial de la UNESCO en 1980.
Dichas esculturas se construyeron en memoria de los guerreros etíopes. Los neolíticos erigieron un total de 40 estelas con distintas formas. En diversas tumbas aparecen espadas dibujadas, cada grabado corresponde a una muerte. Por lo tanto, el monolito indica el total de bajas que realizó la persona fallecida.
Otra de las figuras más repetidas recuerda a un cuerpo humano. En estas se deducen diferentes partes del cuerpo y, además, utensilios y joyas. Esta tumba nos indica que se trataba de un individuo importante y con poder. La imagen del tambor, el escudo y el falo también se pueden apreciar en algunas de las estelas.
El yacimiento de Tiya muestra una necrópolis del neolítico. Los esqueletos que se encontraron en estas zonas estaban colocados en posición fetal. Este detalle no es casualidad, en la última etapa de la prehistoria ya se había instaurado la agricultura. Los homínidos relacionaron el proceso de crecimiento de una semilla con el de los fallecidos. Para los prehistóricos, después de la muerte había otra vida, este ritual de entierro les abría el camino hacia una nueva existencia.