Justo en la zona erigida en honor a Bibi Orifa, progenitora de Baha Ad-Din, en el ala oeste del recibidor al aire libre del palacio, un imán se prepara para orar a los fieles musulmanes que acuden al lugar. No obstante, este aparente resquicio islámico de la ciudad resulta ser un centro de culto para aquellos creyentes que miden sus vínculos con Dios más allá de lo que dicta el Corán, los sufistas.
En el palacio de los Ilustrados se encuentra el mausoleo de Baha Ad-Din Nakshband, el protector de Bujara, padre del camino propio hacia Dios que representa el sufismo, la vertiente más mística y espiritual del Islam. Se trata de una faceta introspectiva dentro del contexto del Islam cuyos preceptos se centran en la purificación del alma mediante ritos que definen la relación entre Dios y el cosmos.
El sufismo data del siglo IX, y los que a día de hoy lo profesan lo hacen en silencio, pues este es otro de los principios que lo fundamentan: no se busca atraer a los fieles mediante la predicación de las creencias propias, sino establecer una conexión espiritual y única entre Dios y el alma propia para perseguir la consecución del conocimiento divino.
Baha Ad-Din Nakshband regresó de su peregrinaje a la Meca con un bastón que clavaría en los jardines del actual Palacio de los Ilustrados, del que brotaría una frondosa morera que a día de hoy resulta ser para muchos musulmanes sufíes la fuente de sus deseos. Los fieles acostumbran a dar tres vueltas al árbol y frotarlo, aspirando a clavarse una estaca como señal de que sus demandas serán cumplidas aunque esto resulte imposible, pues la morera está totalmente fosilizada.
La tumba del padre del sufismo se halla a unos metros del árbol mágico, en este mismo palacio en la ciudad de Bujara, pero los visitantes no se pueden acercar demasiado, pues está cercada por una verja de protección que sirve para evitar posibles enfrentamientos entre los seguidores de Nakshband y la corriente más ortodoxa del lugar, ya que el principio de adulación al líder sufí descuadra los preceptos morales del colectivo de ortodoxos.
A escasos metros del mausoleo donde se encuentran los restos de Baha Ad-Din Nakshband hay una pequeña capilla donde los fieles acuden a meditar, siguiendo su principio de introspección como garantía de conexión espiritual y divina. En este pequeño rincón, bajo la dirección de nuestro ‘líder espiritual’ Jaume Mestres, y bajo el mantra de Allah, hemos podido respirar desde el corazón y meditar cerca de donde descansa el fundador del sufismo.