Emerson nos ha acercado a la zona colonial de la ciudad y nos ha ayudado a conocer la particular esencia caribeña de la capital dominicana, marcada por su historia colonial. La primera parada ha sido la famosa Fortaleza Ozama a orillas del río que da nombre a la fortaleza, el río Ozama. Ahí hemos conocido a Juan Sánchez, guía de la expedición durante parte de la mañana, que nos ha mostrado la estrecha relación que une nuestro país y la isla caribeña. Nada más entrar a la fortaleza nos aventuramos en la historia de un país marcado por las conquistas.
Antes de la llegada de estos conquistadores, los habitantes de la isla eran los Indios Tahinos, grupo indígena que quedó a un lado con la llegada del imperio español y del toma el nombre nuestra expedición.
Juan nos ha explicado como República Dominicana pasó por manos de muchas de los grandes imperios del momento, como el español o el inglés, hasta conseguir su independencia y como el país superó la dura y represiva dictadura de Trujillo, “un gran amigo de Paquito”, tal y como nos explica Juan refiriéndose a Franco.
Desde Ozama nos dirigimos calurosos a la primer camino trazado de toda América: la Calle de las Damas, que nos conduce al Panteón Nacional. Con un calor insufrible a pesar de lo nublado del cielo, todos los expedicionarios nos adentramos en las historias que Cristóbal Colon dejó en la isla. En el Museo de las Casas reales nos damos cuenta que en el país están convencidos que los restos de Colón descansan en suelo dominicano. En este museo también hemos tenido la oportunidad de conocer la historia de los esclavos traídos desde África para trabajar en las peores condiciones posibles en las plantaciones o la construcción de edificios. Pasado que sigue presente en la memoria de los dominicanos.
A un ritmo caribeño, y para finalizar la mañana, nos acercamos a la Catedral de Santo Domingo. En sus alrededores nos hemos encontrado a algunos dominicanos descansando a la sombra de los arboles y dando de comer a las palomas debajo de la enorme estatua de Colón que adorna la plaza de la catedral. Al contrario que la de Barcelona, esta apunta al punto de la isla donde desembarcaron (y hacía nuestro hotel).