La Expedición ha subido al Pico Duarte, pero no lo ha hecho sola. Todo un elenco de sherpas nos ha acompañado guiándonos y cargando en mulas las bolsas y provisiones.
Ellos han sido una parte importante del ascenso. José es uno de ellos, y tan sólo tiene 14 años.
Jose Miguel es uno de los chicos que nos ha acompañado durante los días de ascenso y es el más joven de todo el grupo. Aún no ha cumplido la mayoría de edad y ya acompaña al grupo de sherpas hasta el pico más alto del caribe, con 3.098 metros de altura.
El chico vive junto a sus padres y sus 15 hermanos en La Cienaga, a los pies del Pico Duarte, y lleva subiendo y preparando a las mulas para los turistas que deciden subir hasta la montaña desde los 9 años. Poco más de seis años ascendiendo dos veces por semana mínimo. Tal y como el nos cuenta: “Voy combinando mis estudios en la escuela del pueblo con este trabajo para ayudar a mi familia”. Algunos de sus parientes se dedican desde hace muchas generaciones a guiar a personas por esta montaña caribeña y otros a la agricultura.
Desde bien pequeño ve a su familia acompañar a personas al pico y preparan todo lo necesario. Una actividad que lleva en la sangre y que va pasando de generación en generación. Sin ningún esfuerzo y con una gran seguridad a pesar de su juventud, sube hasta lo más alto de la montaña sin problema.
Aunque quiere luchar por su futuro, este joven entusiasta disfruta de sus subidas al pico. Nos ha explicado que su tarea durante los ascensos es la de preparar las mulas con todo el equipaje necesario como comida, ropa -entre otras cosas- y dirigir a las mulas a su destino. Como nos comenta, él disfruta haciéndolo y le encanta la vida en la montaña más alta de la isla.
A pesar de todos los años que acumula de experiencia en este oficio de guía, José nos explica que su sueño es “acabar la escuela y estudiar para ser ingeniero”. El pequeño sherpa dice que le encanta subir a la montaña, pero que no es lo que quiere hacer toda su vida igual que su padre. José Miguel desea poder ir a estudiar y dejar la vida en la falda de la montaña.
Ninguna semana se queda sin subir a la cima. Su familia sube más a menudo que él, ya que tiene que asistir a clase, pero a pesar de los numerosas escaladas, Jose Miguel nos dice que los beneficios que obtienen de estas expediciones les da lo justo para vivir.
Jose Miguel cuenta que le gustaría seguir subiendo a la cima, pero no como sherpa. Confiesa que a los 20 años ya abandonaría esta profesión y las duras condiciones que la acompañan para dedicarse a formarse academicamente. Aunque lucha con ilimitada ilusión por este sueño, Jose piensa que no le va a ser fácil. Un chico tímido de las afueras de Jarabacoa que trabaja de mañana a tarde y estudia con muchas ganas para conseguir su sueño: ser un gran ingeniero y ayudar a su familia.
Junto a nosotros desciende el Pico Duarte y vuelve a su rutina. Nos dice con una sonrisa tierna y tímida -que siempre luce- que ahora le toca prepararse para el próximo ascenso a la montaña mientras estudia para pasar al siguiente curso en la escuela.